Esas avergonzantes bicicletas

¿Cuánto afecta la “vergüenza” en la decisión de andar o no en bici? ¿Cuánto de la búsqueda de status afecta en esa decisión de salir en bici, en la mañana por ejemplo para ir al trabajo? ¿Me molestarán si llego en bici? Hay claridad que en países nórdicos esto no es tema, pero en la ciudad ciclista parece que sí lo es. La misma bicicleta orgullo de Copenhague parece ser fuente de vergüenza en la capital ciclista de Chile. En Rancagua, por ejemplo, el municipio dispone de bicicletas para los funcionarios que necesiten ir a distancias cercanas, evitándose esperas de camionetas o algún vehículo municipal. Para que esto sea posible, era que no, se requirió de voluntad política “desde gerencia”. No es vergonzoso salir en bici, muy por el contrario: es una opción existente, válida, competitiva e incluso… mejor que otras en varios casos. Bien lo sabe desde hace décadas por ejemplo toda la red de usuarios de distribución de correos públicos y privados, para quienes la bicicleta logra en plenitud su cometido. Más luego del advenimiento de la electromovilidad.

Parecía auspiciosa la medida de patrullaje policial en bicicleta hace un tiempo. ¿Cómo eran esas bicicletas? ¿Qué calidad tenían? ¿Dónde estarán hoy?. Hablamos de tiempos en donde adquirir Dodge Chargers era algo natural y una supuesta necesidad que no permitía opción. Ya vimos en portada los 44 nuevos automóviles y supimos de los 38 pendientes por llegar. ¿Cuántas bicicletas están pendientes por llegar? ¿Cuántas con electromovilidad?. Dependerá del paradigma de quien tome la decisión final: tiendo a pensar que la cantidad será igual a cero. Disculpen mi pesimismo.

¿Qué señal queremos dar a la comunidad? ¿Qué vehículos piden los municipios en sus proyectos al Gobierno Regional? ¿Cuántas bicicletas se han entregado para funciones públicas por aquel estamento? ¿A algún consejero o consejera le importa esto? Lo desconozco, ya que a pesar de gestionar más recursos públicos que todos los municipios de la región, no hay transmisión en vivo de sus sesiones. Parece que eso tampoco importa.
Las bicicletas no son fuente de estigma. Son una opción plenamente válida tanto como caminar u otras mucho más sustentables y efectivas que un vehículo. Son parte de la solución, frente al caos vial que no lograremos abordar mientras sigamos insistiendo en fomentar una y otra vez el uso del automóvil, con señales como las que vemos a diario.

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