Entonces, ¿qué nos falta para ser una ciudad ciclista?

En días de vendimia, el alcalde Javier Muñoz señalaba que el énfasis para este año en el magno evento anual, sería el de la sustentabilidad. Días más tarde, el exalcalde Celso Morales -a 10 años haber sido alcalde- nos dice que la ciudad “no da para más” (ver foto). Resulta paradójico que mientras se sostiene esa línea argumental, no sea un problema la creciente cantidad de automóviles, sino la falta de espacio expresada en peticiones de tercera pista o necesidad de eliminar la posibilidad de estacionarse en calles céntricas. Una paradoja ya que queremos meter más autos pero sin que pase nada. Peor aún, asumir que una restricción vehicular no motivará el segundo… o tercer auto.

El que puede puede.

Parece no ser sustentable persistir en este camino.

Esta ciudad intermedia llamada Curicó no ha colapsado todavía, pero viene dando síntomas de un futuro colapso desde hace años y a más de 4 alcaldes a la fecha. Antes se podía pasar por alto. Hoy sólo se hace más evidente día a día.
Usando un eslogan ochentero: Curicó no avanza.
Uno de los problemas a los que nos enfrentamos es al del imaginario de ciudad: ¿qué ciudad queremos ser?. Londres se vanagloriaba de las fábricas humeantes durante la revolución industrial, señales de desarrollo decían. ¿Qué ciudad queremos? es una pregunta abierta: ¿una urbe de concreto como Santiago, llena de autos y bien contaminada o un entorno natural como Valdivia?. Las opciones son múltiples y una carencia importante a la fecha es la de liderazgo para concretar una visión compartida de largo plazo. De hecho, el largo plazo parece no existir.

¿Quién dijo que todo está perdido?
Esperanza ver que se cumplirán dos años de persistentes cicletadas cada primer martes, que desde la propia ciudadanía se va recordando mes a mes que un camino hacia la sustentabilidad es el de promocionar el uso seguro de la bicicleta.

Esperanza también, ver que de forma intuitiva los concejales y alcalde ponen atención a iniciativas ciclistas de otros municipios y a la condición actual de infraestructura ciclista de Curicó.

Si el alcalde Javier Muñoz junto con los concejales Javier Ahumada, Mario Undurraga y Francisco Sanz ya han mostrado su sensibilidad favorable hacia esta alternativa, cabe preguntarnos ¿qué nos falta para ser una ciudad ciclista?. No me cabe duda que los concejales Jaime Canales, Raimundo Canquil, Sebastián Maturana, Sonia Maturana y Leoncio Saavedra estarán de acuerdo también en motivar a la ciudadanía a utilizar este saludable medio de transporte.
Si el diputado Celso Morales ya expuso su preocupación por el inminente colapso, si el diputado Hugo Rey llegaba en bici a la Municipalidad, si el diputado Alarcón participa de conversatorios ciclistas y la senadora Ximena Rincón está interesada en habilitación de sistemas de bicicletas públicas (SBP) en Curicó, ¿qué nos falta para ser una ciudad ciclista?. Parece haber acuerdo.

Tenemos avanzada en parte la tarea de infraestructura. Tenemos la ventaja de contar con un territorio horizontal. Los ciclistas ya usan sus bicicletas a diario. En nuestro relato de ciudad consignamos ser una ciudad ciclista, pero entonces, ¿Qué nos falta?.

De partida, nos falta compromiso con la seguridad vial, con el respeto mutuo, con mantener y mejorar la infraestructura existente e invertir en una red orgánica que cubra el Gran Curicó, ese que incluye también a las comunas vecinas. Este tipo de compromiso debe lograrse sin condicionamientos -como el de habilitar primero alguna alternativa de SBP– ya que el pendiente viene de años.

A días de la celebración del Día Mundial de la Bicicleta, valoremos una tradición curicana, real, sana y reconocida a nivel nacional. Si pusieran el mismo empeño que ponen por el Rodeo, ya sería un gran avance.

La ciudad ciclista de Chile puede volver a serlo.
Parece haber acuerdo.

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