Chico eléctrico: buses gratis en la ciudad moderna

¿Qué es una ciudad moderna? Esta es la gran pregunta del momento por la comarca. Para Celso Morales parece ser una donde hayan buses eléctricos gratis para adultos mayores. Obviando eso de que él y su equipo cercano estén en este segmento y que ahora las gratuidades si les sean bienvenidas, partamos por constatar que en Curicó ya hay buses gratis dando vuelta.
Y varios.
Y no solo curicanos, de otras comunas también.
¿Qué sería lo novedoso entonces? ¿El tipo de motor?

Las tres pruebas hasta hoy: Foton de Transantiago, KingLong XMQ6900G Etech de Valparaíso y bus de Talca.


Este es uno de los riesgos ante la seducción de lo nuevo, lo fresco, lo “moderno”. Aún sin desarrollar en plenitud el punto, entenderemos que asume que la electromovilidad posiciona hoy a una ciudad como “moderna”. En esta línea, si no cuento mal, ya llevamos 3 buses eléctricos “haciendo pruebas”.
Ojalá transparenten pronto los resultados de esas “pruebas” que hasta el momento más parecen preventa. Cada bus eléctrico, constituyéndose en forma de un modo similar al Diesel, entenderemos que no logró mejores velocidades que las de los ya existentes.
No es un problema del bus ni del motor, ni de falta de pistas: sobran autos. Y sobran porque hay un ecosistema diseñado para que así sea, avalado por miles de millones de inversión pública cada año.

Entiendo el sentido de convertirse en el “chico eléctrico” de esta elección, pero todo el rediseño necesario para que un bus -con cualquier tipo de motor- sea opción frente al auto, es un trabajo arduo, requiere decisión y décadas. Entiendo, también, que tiene exseremis de transporte en su equipo que le podrán contar acerca de esto. Todo ese diseño previo con foco en el usuario -no en el proveedor- es necesario para que políticas públicas puedan tener sentido, efecto y logren funcionar. Esos buses “gratis” ya existentes hoy son parte, por ejemplo, del esquema de apoyo a la retención estudiantil, con impacto diario en la educación pública y las familias. En contraste, la obstinación por tener rápido un funicular -eléctrico, por cierto- hoy terminó como una flamante cicatriz de hormigón en el pulmón verde de la ciudad y lo que es peor, con el concepto de funicular ahora cuestionado como posibilidad de contribución a la movilidad.

La cicatriz en el pulmón verde de la ciudad.

Nos enfrentamos entonces a una modernidad esquiva, ya que en su momento la ciudad moderna incluía autos, por todos lados y concreto llenándolo todo. Esos adorables tacos entonces, ¿son la modernidad hoy? Si la respuesta es sí, nos encontramos en la paradoja de ser entonces una ciudad moderna. Vaya.

Ser alcalde parece ser algo serio, algo importante, ya que hay esperanzas, sueños, anhelos de ciudad. Traer el fetiche de moda sin primero solucionar el caos existente lejos de contribuir a una ciudad deseable, puede fácilmente incrementar el desmadre.
Si su ciudad moderna seguirá subvencionando al auto con edificios de estacionamientos, si será un lugar donde Monumentos Nacionales no tenga tutela, si será un futuro de más pistas aún cuando sepamos de antemano que empeorarán el problema, quizá sea mejor mantener “esta” modernidad actual.
Todo ese ideario noventero de desarrollo -ya superado por lejos en otras latitudes- es precisamente lo que nos dejó aquí. Este presente fue el futuro de algún pasado diseñado, entre otros, por el hoy precandidato Morales y sus adláteres. En la UDI hay talento, pero está bloqueado: quizá un seminario de actualización express con una destacada concejala de su partido pueda ayudarles a atisbar una ciudad de futuro y no volver a caer en esos sueños -o pesadillas- de ciudad, como la que diseñaron hace 24 años atrás y vivimos hoy.

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