Segregar más para vender más: una peatonal rentable

Quienes tengan memoria recordarán cómo, quiénes y dónde se gestó el actual centro comercial. Digo el actual, ya que el centro comercial antes era otro, y coincidía con el centro fundacional de la ciudad. Por si nos fallase la memoria, quepa recordar uno de los efectos concretos de aquella decisión primero política y luego comercial: cierres de históricas tiendas. Pero, como unas veces se pierde y las otras se aprende, ¿qué podemos aprender del nuevo centro comercial?. Lo primero y esencial es que usualmente la gente se baja del auto para comprar. Esta es una de las razones para segregar los vehículos en un área distinta a la de la compra. Valga explicitar la obviedad: por esto tampoco hay una o varias calles para vehículos pasando por dentro del centro comercial, sólo peatones caminando. Esto parece funcionarles, ya que no han innovado en esto tan curicano de intentar meter autos en cada espacio posible. Lo más parecido a este esquema de segregación vehicular si hablamos de espacio público, se llama peatonal. Entonces, esa obcecada estrategia de oponerse a cada peatonal posible parece ir en sentido plenamente opuesto a lo que planteamos. Quizá debamos agregar el concepto de “rentabilidad” a la ecuación, entendiendo que -de la experiencia del nuevo centro comercial- es menos rentable arrinconar a los peatones que deseen comprar, que darles espacios amplios y cómodos por donde encontrar alternativas de consumo.

Se viene una navidad, periodo importantísimo en ventas para el comercio. Si no se activa la peatonal, sería la primera vez en varios años. Sigue abierta la opción de hacer una notable temporada luego de intensos años de bloqueos sanitarios. Queda poco tiempo para reflexionar acerca de cuál opción tomar como apuesta: seguimos enfrascados en el paradigma proauto aunque incluso nos afecte limitando las posibles ventas o damos más opciones y espacio para que peatones consumidores logren cumplir sus objetivos de compras de fin de año. Es falaz ese argumento de que nos faltan vías y que no podemos sobrevivir con calles cerradas. Todos los días autos estacionados en primera o segunda fila pueden bloquear pistas completas y la ciudad sigue igual. Está de moda enrejar calles para transformarlas en condominios. Hace unos días vimos que hasta podíamos cerrar una calle al frente de la Delegación Provincial y de la Municipalidad si lo deseamos. ¿Por qué no extender entonces el área que antes cubría sólo Prat y Yungay? ¿Qué opinan los emprendedores? ¿Qué dirá la CorPro?.
Ciudades sustentables han tomado la opción de segregar en distintos radios primero a automóviles, luego a bicicletas y otros ciclos y luego permitir un espacio central, comercial y cívico para peatones. ¿Por qué no en Curicó?

En alguna ocasión recordamos que los automóviles no toman café: los autos no compran. Son las personas las que compran, luego de bajarse de los autos. Por lo mismo, quizá no sea tan absurda la opción que toman los centros comerciales de segregar.

¿Ganar o aprender? Aún hay días para tomar esta rentable oportunidad de ganar.

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