¿Restricción o semáforos?

El problema del tránsito en Curicó es un arquetipo de problema sistémico curicano. Afecta a diario, a todos, impacta un sistema completo, todos quieren “resolverlo” rápido, como sea. ¿Se ha hecho cosas por modificar el sistema?, claro que sí: instalación de semáforos, instalación de señales, habilitación de cámaras e incluso modificar el “sentido histórico” de las calles. Pero bajemos la pelota al piso: este no es un problema de transporte, sino de una forma sistémica de abordar problemas, situaciones y escenarios en una ciudad intermedia en pleno crecimiento como lo es Curicó.

Que el problema se termine solo
Hubo un momento de la historia de la ciudad en donde la magnitud de los problemas podrían mantenerse a raya con paciencia y esperando a que se solucionaran mágicamente, solos. De alguna forma podemos ver eso en comunas cercanas donde puede que haya un taco, puede existir un mal diseño de vías o subir un poco el flujo vehicular, pero no importa: en un rato se solucionará. Molina, Romeral, Rauco u otras comunas pueden sobrevivir internamente con esto… por ahora. “Los síntomas” pueden ser abordados de forma precaria -señalización, el primer semáforo de la ciudad, etc.- pero mientras no se intensifiquen, se mantendrá el modelo maulino de resolución de problemas: no actuar hasta que no haya protesta pública.
A diferencia de estas comunas vecinas, en Curicó y hace años, esa solución mágica no vuelve a aparecer, volviéndose más intenso cada año, día a día en horarios específicos y caracterizables.

Ceguera sistémica
La primera parte del problema, a mi juicio, es pensar que el problema es sólo un problema de transporte. Esta forma reduccionista, mecanicista, determinista y lineal, tiende a desconocer otros factores que también afectan en esta situación, por ejemplo, la asociación del automóvil con status, éxito, libertad y autonomía que los vendedores de automóviles conocen tan bien. Pero también, abre un espacio de ceguera al pensar que no conecta con el sistema educativo y la red de colegios municipales y no municipales, por ejemplo. O con la red vial que, suponemos, no aceptaría un Plan Haussmann para dar la fluidez plena. O con el eco sistema que además de los bocinazos se verá afectado, como también viene en escalada incremental, con la contaminación y preemergencias.

Que sea fácil, porfa
Entonces, en este marco de consideraciones es donde nos hacemos la pregunta: ¿restricción o semáforos?. El problema es super simple: como hay muchos autos, hagamos que la mitad no pueda circular un día y la mitad al otro. Es justo, es rápido y el problema se solucionaría. Así de simple. Ojalá los problemas se solucionaran de forma tan rápida y simple como se articula en las mentes de concejales y exconcejales.
Que fácil sería que el problema de la delincuencia se soluciona cerrando pasajes.
Qué fácil sería que el problema de la mala conducción se solucionara llenando con lomos de toro.
Qué fácil sería que el problema de la basura se solucionara regalando tarros de basura.
Y así sucesivamente: fácil y rápido.
Ojalá también bonito y barato.

Las neopalomas
Pero volvamos al punto: ¿Restricción o semáforos?. La aparición de estos dos carteles en lugares céntricos -que según podemos presumir fueron de autoría del exconcejal Luis Rojas, quien reclamó por el retiro de estas neopalomas– quiero interpretarla como un problema de comprensión del problema como un todo, intentando abordar sólo partes para lograr popularidad. No quiero verla como un espejismo de alguien que tiene claro que la solución no será posible de este modo, bordeando el dolo, pero que posiciona el espejismo de solución entre quienes la exigen.
Entendiendo que está volviendo a generar condiciones para una nueva candidatura, parece perfecto que quiera contribuir a identificar situaciones de interés para la comunidad, pero la presentación aislada de acciones no evaluadas, no contribuye a abordar el problema y, peor aún, expresa que lo mantendrá en su eventual futura posición o plan de trabajo. Digo que son acciones no evaluadas, ya que en el imaginario los semáforos funcionan y la restricción vehicular también; aun cuando una implementación aislada podría tener peores efectos que los actuales. ¿Evaluó lo del segundo auto?, ¿evaluó segregación territorial?, ¿el auto será parte del problema?.
Quizá falte abordar esta situación con honestidad hacia la comunidad: “deben parar de comprar autos” nunca ha sonado popular.

Problema de fondo
La aspiración permanente de que 1) los problemas complejos tengan soluciones simples y que 2) solo se deba reaccionar a un problema luego de que sucede, nos pasa la cuenta otra vez.
Si vemos otros sistemas, por ejemplo el caso de los dos liceos emblemáticos de Curicó, aparece otra vez el tema: reacción cuando el problema ya está desatado (matrícula menor a 100 alumnos) y ojalá que tenga solución simple (campaña para subir matrícula). ¿Se abordó el problema? Si, se hizo una campaña, volvamos a casa tranquilos por hacer lo posible. ¿Pudimos haberlo detectado a tiempo?, ¿importaba resolverlo?.

Pero no es el único caso de problemas de esta especie asociados también al crecimiento y falta de detectar los síntomas. Por ejemplo el caso de aprobaciones desde la Dirección de Obras Municipales impactando a privados (ej.: local al lado de iglesia San Francisco, aprobación de edificio con incumplimiento en medidas), cuando se deja pasar un problema a nivel de una casa en una calle de una comuna chica, puede que no tenga mayor relevancia, salvo para un par de vecinos, lo que cambia proporcionalmente cuando la magnitud cambia a “nivel edificio” de las cosas. Nuevamente: reacción cuando el problema ya está desatado (comunicados, sumarios sin destino, etc.) y ojalá que tenga solución simple (dejar pasar).

Esto se está yendo de las manos y no habrá solución en días ni meses. Quizá la haya en años. Pero parte del asunto es la mirada y la intención de hacerse cargo de algo más que de la administración de un municipio. De hecho, he planteado anteriormente que si es por administrar el municipio, los funcionarios podrían hacerlo de forma autónoma haciendo lo que vienen haciendo desde hace años. El punto es qué diferencia están haciendo las autoridades electas por la ciudadanía y amplío en este caso el círculo, excediendo al Concejo Municipal, llegando también a nivel regional donde los Consejeros Regionales definen acciones en la mesa de poker. Comprar tarros, comprar ambulancias, comprar camionetas, comprar iluminación, comprar, comprar, comprar no necesariamente hará la diferencia. Regalar tarros no genera un cambio de prácticas, comprar ambulancias no genera estilos de vida saludables ni atención humana, pero, si lo importante es que haya un logo grande y a color del Gobierno Regional, se cumple perfectamente el objetivo.

En un periodo que comienza, quizá deban redestinarse los recursos de giras al extranjero y turismo local, por algunos cursos de análisis de problemas, teoría de sistemas, evaluación de proyectos y de métricas, diseño de servicios, entre otros varios.

Calma, parece no ser un problema de ciudad, sino de forma de enfrentar los problemas y en algunos casos también replicado a nivel país y global también. El asunto es que, tal como el modus se mantiene en escala global, también hay ciudades que destacan por abordar sus problemas y con éxito. Si, también en Chile. Podríamos partir por comenzar a pensar en las causas y dejar de intentar cortar efectos a tientas, para ver si, en una de esas, encontramos alguna solución.

Entonces, ¿restricción o semáforos?.

Enlaces relacionados
Curicanos se cansaron de los tacos y exigen restricción vehicular, vía VLN – Radio

Imagen
La foto es la captura de una de las neopalomas, por VLN – Radio.

(32)