Curicó como en el lejano oeste

Llegando de Molina a las 22.42, caminando por O”Higgins hacia el norte, algo raro pasó. Las especulaciones son múltiples, pero lo que vi es a unos tipos corriendo tras alguien luego de haber golpeado y dejado en el suelo a un tipo (herido 1). Acompañando a los perseguidores de algo o alguien, iba una camioneta blanca del estilo fiorino. Imaginen la impresión luego de sentir los disparos al llegar a media cuadra de estos tipos. Obviamente preferí quedarme lejos y no seguir caminando. Tenía que llegar a media cuadra, justo donde se produjo la balacera.

O"Higgins en Balacera

Observando a distancia prudente, pude darme cuenta del caído que les mencioné, y de cómo una señora decía que iba a quedar inválido, mientras que la gente comenzaba a acumularse en la esquina en torno al hombre del suelo. Las llamadas a Carabineros y a la Ambulancia no hacían mucho efecto. Varias personas del círculo que rodeaba al tipo caído los llamaban y yo también lo hice en al menos dos ocasiones. Llegaron como a los 15 minutos. Primero llegó la Ambulancia y subieron en camilla al herido. Se fueron por O”Higgins al norte para recoger a un segundo herido (herido 2). A ese no lo vi. No supe como fue herido, solo que la Ambulancia se detuvo. Al menos hubo dos heridos. Al parecer fueron tres, ya que luego de haberse ido la Ambulancia, llegó otra.

Ambulancia y Carabineros

Tras conversar con el dependiente del mini mercado de la esquina, me dijo que fue un golpe, aunque por la sangre que ví, o fue un golpe duro o algo un poco más punzante. Mi tía llamó al número del plan cuadrante, pero al parecer no habían pagado el plan”¦de teléfono. Los vecinos también estaban impactados por lo violento y por el horario en que pasó todo, aunque la Pame hace unos días fue testigo de una golpiza a unos tipos y una pelea a plena luz del día y tuvo que salir corriendo asustada. Las rejas de la cuadra pasan cerradas con llave. Las protecciones llegaron para quedarse.

El barrio ya no es lo de antes. No es el que aun cuentan con melancolía mis tíos que vivieron acá desde que mi familia llegó del norte en la década del 50, cuando los puticlubs no existían y la feria libre que convirtió las casas de familia en bodegas de ratones hambrientos aun no estaba instalada. Se podía jugar a la pelota en la calle e incluso elevar volantín, cuentan. Todos los vecinos se conocían y podían andar seguros hasta tarde.

El barrio ya no es el de antes. Hoy cuando quiero llegar a la casa de mi familia, tengo que saltar los borrachos que hay botados en la vereda -algo así como Super Mario con las tortugas- vereda que está rota por los triciclos, carretones, camionetas y camiones heredado por la feria libre, feria que dejó ratones y casas convertidas en bodegas, bodegas que ahora se están derrumbando, derrumbes que en invierno caen al suelo, con el peligro obvio para los transeúntes que ““aun- se arriesgan a caminar por el barrio, o lo que queda de él. El barrio, que de facto se va convirtiendo día a día en una mezcla mecánica-sexual, aunque parezca una ironía. Los talleres mecánicos van tomando terreno en el día y los talleres sexuales de noche. Esto ya parece un barrio rojo cibernético. Mecánica de día y mecánica de noche. Sin mencionar los locales ilegales -a los que la vista gorda favorece- que venden licor de día y de noche y que en gran parte son fuente de los caídos que día a día honran a la bebida que los mantiene”¦ en el suelo.

Y pensar que O”Higgins es una de las cuatro avenidas de la ciudad”¦ como si más allá del borde ya la ley del mas fuerte fuera la única que prevaleciera. Como si aquel sublime embaldosado café con franja roja marcara el límite macabro del desarrollo.

Que tristeza.

(452)