El tiempo de las compensaciones

Algún día llegará el tiempo de las compensaciones. Porque si hay algo constante, es la obstinada entrega de inversión pública orientada a vehículos, donde ciclistas y peatones a lo más terminan llevándose algo de las sobras. Si el pavimento llega, será para el vehículo y, si hay suerte, algo del sobrante llegará para ese borde, donde ciclistas y peatones se tendrán que imaginar que hubo una intención de una vereda o ciclovía. Sólo en el Eje Vial Freire Alessandri, allí donde perdimos metros de una ciclovía histórica y donde personas con necesidades especiales de movilidad ya son desafiadas, pusimos como comunidad en torno a los 20 mil millones de pesos. Esto sin contar los megaproyectos talquinos, en perspectiva regional. Para tener comparación, recordemos que la última Teletón recolectó en torno a los 35 mil millones de pesos. Si, varias Teletones por compensar.

Está tan enraizada en la comunidad esta noción “natural” de predominio del vehículo por sobre cualquier medio -evidenciada en gasto público como vimos- que incluso durante el incendio que afectó al Palacio Avilés, varios atacaron la existencia de una peatonal, ya que “eso era una calle”. Esa única cuadra convertida en peatonal -en toda la ciudad- Prat entre Yungay y Peña, históricamente fue parte de una visión más amplia: la de conectar la estación de trenes con el Cerro Condell, a pie. De hecho el propio Condell y la agitada muchedumbre caminaron esa calle llamada Buenavista semanas después del Combate Naval de Iquique. Claro, en julio de 1879 la mayor tecnología asequible en movilidad por la comarca era el vapor del tren y no hubo automovilistas alegando. Más allá de que Curicó se diseñara bastante antes de la llegada del primer automóvil (1910) y que la bicicleta hubiese llegado también antes, se ha naturalizado a tal punto esta noción que varios no tienen problema de usar hasta las veredas como estacionamiento.
¿Profundicemos en su impacto? Ordenanza en mano, cinco carpas fueron fiscalizadas movilizando a toda una ciudad opinante el fin de semana pasado, argumentando el uso indiscriminado y abusivo del espacio público. ¿Qué hacen sino, los cientos de automóviles durante el día sobre las aceras y bermas en Curicó?. ¿Tener motor y ruedas los exime de respetar el espacio público?. No, el ojo se acostumbró y lo asume como parte de lo posible, de lo aceptable, de lo permitido. Sin mediar cobro, hacemos un nuevo aporte como sociedad al vehículo y sin tanto alboroto, aún siendo homologable y usando más área que la de una carpa. ¿Cuál es la compensación?.

Pero coincidiremos con los conductores en un punto: el pésimo estado de los pavimentos. Tal como ciclistas y peatones tienen a su cuerpo como chasis, ese mismo cuerpo suele ser el sistema de amortiguación. Bicicletas, triciclos, sillas de ruedas, coches de bebés, carritos de compra, monopatines y rollers, sufren a diario eso que para un vehículo puede ser una molestia. Mi mejor metáfora de la vida es ir en bicicleta por Sargento Aldea desde O”Higgins: un comienzo auspicioso que se va transformando hasta no saber dónde terminarás en un devenir lleno de eventos. Qué decir de la abusada Maipú, donde sencillamente no se puede transitar con alguno de los ciclos mencionados. Hablar de las veredas o condiciones para peatonizar a la comunidad -como la buena sombra de los árboles ya derribados o los encarpados que ahora parecen ser responsables hasta de incendios- es sencillamente una utopía, aún cuando motivar el caminar y desplazarse en ciclos sea una de las escasas vías de solución al problema de tránsito que seguirá incrementándose.

Los peatones podrán seguir tolerando más años las veredas saltadas por décadas, las madres con sus coches seguirán esquivando obstáculos en verano y el barro sobre las veredas de invierno, tal como lo hace la tercera edad con el riesgo asociado. Personas con movilidad reducida podrán seguir esperando al funicular que prometía acceso al Cerro a la tercera edad, a sillas de ruedas y turistas.

Mientras soñamos con bypasses, pistas adicionales y nuevos puentes -siempre para autos- pensemos también cuándo llegará el tiempo de las compensaciones para quienes contribuyen día a día a destrabar el caos en la comarca y si nos interesa incentivarlo.

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