Promesa Pública

Les comparto esta columna, publicada en Diario La Prensa, a una década del terremoto de 27 de febrero de 2010, de las promesas incumplidas y los pendientes que parecen no importar luego de los públicos compromisos.


Recuerdo ese salón lleno en la Escuela Palestina, donde la comunidad abrió su corazón y lo puso en una bandeja, en catarsis colectiva, semanas después del terremoto. La emoción de la pérdida de lo común, golpeaba otra vez, para los más mayores con la amargura dormida desde 1985.

Pasó una década. También, recuerdo las prioridades identificadas luego de un trabajo de consultoría que incluyó a “las autoridades de esa época” y a la comunidad que se sumó a las actividades de convocatoria abierta. Incluso hubo una votación para generar prioridades. En corto plazo: Hospital Base (1.039 votos), Segunda Etapa del Estadio La Granja (569 votos) y Nueva Estación de Ferrocarriles (559 votos). En tanto que como prioridades a largo plazo se eligió: Reubicación de la cárcel (678 votos), Hundimiento de la línea del tren (631 votos) y Mejoramiento del Cerro Condell (547).

¿Una década la podemos considerar como largo plazo? A mi juicio si. Más allá de una mirada de gestión de proyectos y teniendo en cuenta que diez años tocan 3 periodos presidenciales, pero está bien, dejémoslo solo como la cota superior del mediano plazo. Iniciando ahora entonces el largo plazo y mirando en retrospectiva a 10 años del terremoto, todo este set priorizado debió al menos tener grados de avance e incluso sumar proyectos de menor priorización.
Permítanme dudar.

La frase “no lo vimos venir” ha coronado estas semanas de agitación en lo público. Puse entre comillas el concepto “las autoridades de esa época” ya que se mantienen en su mayoría, más allá de las sillas musicales. A una década, la pregunta obvia es ¿cuál fue el avance logrado?. Confrontemos, ahora, la pregunta de moda en vista de esos 10 años ¿no lo vimos venir?.

¿Dónde se guardaron la promesa pública?

Hospital pendiente, estadio pendiente, estación pendiente.
La cárcel sigue donde mismo, la línea del tren se mantiene donde pasó la locomotora de don Manuel en 1866, el cerro sigue quemándose con frecuencia además de mantener sus microbasurales y, como broche de oro, con su humedal ahora amenazado por la creatividad de los proauto.
Sin duda, lo vieron venir.

En el logro del ícono de este conjunto de obras, ni más ni menos que el hospital de la ciudad, se solazaron en la política de más baja estofa. ¿Cuánto? Lo suficiente para que casi una decena de edificios se alzaran mientras ellos mantenían su juego de póker, contrastando con su propio umbral de aceptación, para un servicio tan crítico como puede llegar a ser un hospital.

¿Colapso de hospital de emergencia en 2018 y 2019? Vaya que se veía venir.
Las autoridades de esa época, que también son las de esta época, sin duda tendrán buenas excusas. Desde el municipio que no hubo recursos para los proyectos postulados, desde el gobierno regional dirán que no había proyectos para financiar o que Santiago no dió recursos, desde Santiago dirán que desde regiones no llegaban proyectos y así, el clásico comprahuevos. Las autoridades de esa época, que también son las de esta época, por cierto estarán más interesadas de la próxima elección y actualizar su insta o su feis, como es usual.

En efecto, 10 años pasan volando. En 2030 sólo quedarán 13 años para el Tercer Centenario de la Fundación de Curicó. Sin duda ese es largo plazo: veámoslo venir. Esperemos estar vivos para verificar el cumplimiento de esa emotiva Promesa Pública del 19 de abril de 2011. Con suerte, capaz que hasta podamos subir el cerro en la promesa pública de 2004, que sigue oxidándose.

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