El Karma regional maulino

Con interés vimos el contenido que compartió una consejera regional, ex concejala, ex alcaldesa y tomadora de decisiones públicas. En aquel, se sugiere que la ola de incendios forestales sería una especie de Karma presidencial, con tono de satisfacción por ello. Placer incluso. Como compartimos lo que nos hace sentido, entenderemos que a la consejera -lidiando en el poder por más de 30 años- también le hace sentido que esto tenga cierto nivel de plausibilidad, de lo contrario, no lo compartiría. Menos con el lema “como pecas pagas”, lo que hace bastante explícita su posición de acuerdo, más allá de las hectáreas quemadas y vidas perdidas, por cierto.
Es sugerente el planteamiento basado en el Karma. De partida, el Karma tiene dos caras, la primera es la ineludible afectación presente basado en las vidas anteriores. La segunda tiene que ver con qué hacemos en esta vida por enmendar y no propagar el error a la vida siguiente. La Región del Maule, de la cual es representante, en vista de su presente -basado por cierto en un pasado- se encuentra siempre encabezando los rankings de pobreza, de dificultades de acceso a todo, de alcantarillados inalcanzables, de caminos rotos, de aeropuertos inexistentes, de reconstrucciones pendientes desde 2010 y 1985, en fin. ¿Qué hacemos en esta vida por enmendarlo? Cuando entregamos “soluciones habitacionales” luego de décadas, ¿servirá para la próxima vida o de alguna forma se acumula ese eventual Karma, por la morosidad? ¿Los cuerpos colegiados diluyen el Karma? ¿”Todos pegan nadie fue”?

Pero el Karma también nos gusta, porque nos conviene. El último ciudadano regional viviendo las máximas pellejerías comunales, deberá entender que “algo habrá hecho” en sus vidas anteriores para merecer su presente. ¿Qué conveniente, no?. En la sociedad donde se propone esta cosmogonía, les funciona perfecto. Quizá eso es lo que nos seduce de la idea kármica, sobre todo cuando más poder ostentamos: en mi vida pasada lo hice tan bien que merezco reelecciones infinitas, privilegios sin borde, aparecer en cuanta papeleta haya, saltarme las reglas que desee y hasta abusar de mi poder. En tiempos de cambio constitucional, donde nuevamente varios se ven a sí mismos sacrificándose nuevamente por Chile -para seguir acumulando puntos- quizá valga una oportuna evaluación karmika regional, una consultoría que nos permita medir y luego adoptar las necesarias acciones de cambio, siempre basado en evidencia, claro.
Obviando el desatino, valga esta torpeza para recordar al Dharma, como aquella proyección sobre ese Karma fútil, que nos inspire para orientarnos a cuestiones bastante más trascendentes, más cuando se ostentan cargos y responsabilidades que deberíamos honrar con la máxima lucidez, eficiencia y la más escasa de todas: empatía.

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