Por qué sería constituyente

Me han preguntado si me gustaría participar como constituyente. Para poder dar una respuesta me parece importante compartir esta primera aproximación. Un sí por que si no parece suficiente frente a un tema que es bastante serio: ni más ni menos que definir el marco general de un país, en un contexto de poder, de energía y sin duda de tensiones aún activas.

Antes de cualquier intento de respuesta, una parte relevante para partir, es la de reconocer que tode ciudadane, debería poder estar en esa convención. Si, incluso en la misma convención. En un mundo digital no es problema el tamaño de la sala. Seré más explícito: no es necesario ser santiaguino, haber estudiado leyes, integrar algún ala de la élite nacional o ser hombre, como ha pasado generalmente en los procesos anteriores. Todos deberíamos tener voz en este proceso, más allá del perfil iluminado que ha primado en todos los procesos anteriores, desarrollados en tiempos tanto o más críticos que el actual. Esta quizá sea también una distinción importante para enmarcar esto: nunca esto ha sido en calma ni bajo un halo de concordia republicana como se nos intenta vender, siempre adornado por la llana de la historia.

Lo segundo antes de indicar las cuestiones esenciales, es el proceso. Como en toda actividad si no se incluye a todes les implicades, malamente se puede aspirar a un compromiso de futuros cumplimientos o adhesión. Este no es el momento para pasar máquina. Un proceso como este, inédito en la historia de Chile, sería impresentable sin la participación o apertura hacia la comunidad, y no estoy pensando aquí en el clásico Plebiscito de Salida donde se aceptará o rechazará lo generado por este conjunto de únicos e impares de la convención. Se requerirá acciones comunales -base real de soberanía- y sobre ellas la proyección de un documento, el nuevo contrato social chileno. La Torre de Marfil no puede ser, nuevamente, el modelo que prime en este trascendente trabajo. Si me lo permiten, avanzo un poco más sobre esto: habría preferido una definición aleatoria entre la población con derecho a sufragio, pero entenderemos que al poder no le gusta el azar ya que no podría controlar ese juego. Agón por sobre Alea.

Dicho esto, paso a desarrollar mis porqués/paraqués. Los mínimos civilizatorios que pienso que deberíamos acordar. Parto por compartir que hace algún tiempo me enfrentaron a esta posibilidad desde la revista Bits de Ciencia (DCC, Universidad de Chile), con foco en una mirada del proceso desde la tecnología.  La pregunta era la siguiente: ¿Cree usted que hay temas del mundo digital que deben ser directamente incorporados a una potencial nueva Constitución? ¿Cuáles?. Mi respuesta a esto fue: “optaría por un documento minimal con flexibilidad para adaptación, junto a formas explícitas de actualización a nuevas versiones. Incluiría puntos relativos a la protección de datos personales, inteligencia artificial, limitaciones a tratamiento de datos en territorio nacional, firma electrónica para todo trámite, transparencia por diseño, plataforma de iniciativa ciudadana de ley (CrowdLaw) y asegurar voto en papel.” 

Partiría entonces por puntear lo señalado como sigue.

  1. El documento debe ser breve, claro y directo. Incluso puede incluir diagramas para lograr que sea más explícito.
  2. El documento debe tener razonables formas de edición de modo de poder adaptarlo a los tiempos y cambios sociales, tecnológicos, ambientales, etc.
  3. El documento debe dar plazos razonables para ser reestudiado. Sobre esto es importante abordar la dimensión telúrica de cada cambio, donde por lo general se espera -casi- a una guerra civil para poder editar y, lo anterior, con plazos relativamente conocidos de 40 años. ¿Será razonable poner acciones cada 30 años para lograr adaptaciones a ese tiempo?.
  4. Sumaría a las instituciones definidas en la constitución, a las entidades asociadas a resguardo de personas desde lo técnico, como también desde lo ambiental. Quizá que cubra también la discusión acerca de neuroderechos dentro de la esencia del marco normativo y evitando dependencias de entidades extranjeras. ¿Solo a mi me hace ruido que nuestros estilos de vida, amistades, familiares, compras, rutinas médicas, traspasen la frontera cuando vamos a Comisaría Virtual? ¿No les hace ruido que EpiVigila y toda la información de esta plataforma salga del país?.
  5. Reconocimiento constitucional de la Autoridad Certificadora de Firma Electrónica del Estado, aunque los notarios aleguen.
  6. Concretar de a deveras el Ombudsman y establecer la iniciativa ciudadana de ley. La ciudadanía, basada en cantidades razonables de firmas en papel o electrónicas, debe poder ejercer la soberanía que le cabe. Cada legislatura se compuso de representantes votados por la ciudadanía. Cada constitución fue forzada a ser modificada desde la ciudadanía. No tiene sentido seguir negando la posibilidad de colegislar de forma procedimentada y ordenada a quienes pueden decir quien será el presidente, el diputado, el senador, pero que a la vez no puedan proponer iniciativas legislativas.
  7. Sumado a lo anterior, definiría de forma explícita la existencia de una plataforma de CrowdLaw, donde cada ciudadano pueda compartir los deseos acerca de lo común, de lo público y a la vista de todas y todos los demás. No es posible que esto sea reservado solo a un grupo exclusivo de personas, o, al revés, excluir sólo fomentará nuevas crisis y distancia hacia lo público.
  8. Si algo funciona en Chile, son los procesos eleccionarios. Mantendría el esquema de voto en papel, sin caer en los cantos de sirena de votación electrónica. Esto no obsta que se puedan realizar definiciones regulares basadas en aplicaciones por ejemplo para interactuar con los municipios u otras de mobile government siempre que sea explícita a la comunidad el tratamiento y manejo de datos.

Por cierto, esto inspirado en la pregunta que tenía foco en lo tecnológico. Pero, a mi juicio, faltan algunos puntos relevantes que paso a desarrollar acá. Sin duda no son los únicos pero sería mi punto de partida.

  1. Unicameralidad. Eliminación del senado. No es un asunto de número o como muestran algunos memes, una necesidad de bajar cantidades de representantes.
    Por el contrario, deberían haber más representantes si lo que queremos es lograr que la sociedad esté representada en un parlamento. Si hay artistas en el congreso, esto lejos de ser un problema, es un reflejo de que estamos yendo por el camino correcto, al sumar esa representación. La homogeneidad anterior -hombres, terno y corbata, las tres comunas, blancos, 4 ó 5 colegios, 2 universidades, mayormente abogados- era lo no deseable. Bueno, era lo deseable si se quería orden, no una mejor representación. Podremos discutir baja de dieta o redistribución de representantes por distrito, o redistribución de los propios distritos, pero el panel de control del poder llamado senado deberíamos disolverlo. ¿Esto es debilitar el congreso? No, para nada, por lo demás debería fortalecerse como cada una de las instituciones y de la democracia en general si lo que estamos queriendo todos es democracia (dejo esto explícito por que pareciera que cada cierto tiempo algunos se pierden).
  1. Redefinición de comuna y territorialidad. Me cabe la duda acerca de si un esquema federal pueda ser una respuesta bajo el modelo actual de Región. Quizá en un conjunto de regiones pueda tener sentido. Ahora, ¿la definición de región cuál fue en sus inicios?, ¿mantenemos los criterios españoles?, ¿subdividimos con foco en optimizar resultados de elecciones o nos importaba realmente el desarrollo local de los territorios?, ¿tiene sentido que los ríos sean los límites y que dos riberas tengan distinta preocupación dependiendo de cada comuna que limita?, ¿quién define el crecimiento “orgánico” de las ciudades, las inmobiliarias?, ¿nos preocuparemos de las ciudades intermedias o todo se lo seguiremos dando a la metrópoli mientras la selva se vive en regiones?.
  1. Una tensión para el municipio. Los concejales no controlarán a alcaldes de su propia tendencia y tampoco de la opuesta ya que, como sabemos, a la próxima elección nuestro alcalde podría ser vístima de esto. Sumaría aquí, un cuerpo colegiado definido por azar, que supevigile y tensione la labor de los alcaldes y concejos municipales. Una entidad que en cada comuna exprese los deseos de la comunidad, desde lo más operativo y doméstico, hasta las visiones de futuro del territorio. Lo imaginaría como un panel ampliado, quizá de 50 o 100 personas, ad honorem, definido aleatoriamente desde el padrón electoral, asegurando igual posibilidad de integrarlo independiente del ingreso, formación, partido, capacidad de campañear o status.
  1. Definición directa de notarios. Electos por la comunidad, con periodo de tiempo acotados y finanzas auditables por la UAF.
  2. Servicio de Emergencia Obligatorio. Una variable al Servicio Militar, obligatoria, pero con foco en preparación de cada ciudadano ante contextos de emergencia, de toda la amplia gama que tenemos en el país. Un curso durante la enseñanza media no sería suficiente, por lo que esta separación para entender el territorio y lograr enfrentar situaciones de crisis sería también importante y, si me aprietan, hasta ahora, habría sido más valioso que el Servicio Militar.

Parto por estas 13 que estimo esenciales o mínimos civilizatorios. Supondría que otras ya estarán en los planes de muchos, como los de subir en nivel de prioridad cuestiones esenciales como medio ambiente, salud, educación, adultos mayores, NNAs, etc. Pero quizá lo más importante sea entender profundamente que, más allá que (yo) pueda tener estas ideas u otras, se abran espacios de conversación desde cada territorio. 
No perdamos la oportunidad de lograr un contrato social donde nos veamos reflejados, por otra obstinada necesidad de iluminismo, testosterona o winnerismo.

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