El comienzo de un nuevo juego: democracia, azar y confianza

El azar no tiene buena fama en la República. Como humanos preferimos el control, el plan, lo previsible, todo eso que por lo general se aleja del día a día. Lo azaroso, lo aleatorio, también es constitutivo del devenir y Chile o Curicó no son la excepción. Tengo el honor de analizar el impacto de los videojuegos en la sociedad, en una carrera orientada al desarrollo de videojuegos y realidad virtual, en la Universidad de Talca. Allí abordamos, entre varios temas, éste: cómo el juego era parte fundamental en la vida pública griega, donde el artefacto llamado Kleroterion permitía la definición de cargos de forma aleatoria. Así, los ciudadanos -con todas las discriminaciones y exclusiones de aquella sociedad- tenían igual probabilidad de lograr el cargo en definición. Y es que el juego, como propone Johan Huizinga en su clásico Homo Ludens, incluso precedería a la cultura.

Entendiendo que el ideal de una nueva constitución debería generarse desde una representación lo más ajustada de la sociedad -no un foro excluyente integrado por doctores en derecho constitucional, varones y santiaguinos- mi postura frente a la elección de la convención en proceso, postura muy impopular por cierto, era la de aleatorizar la elección de los constituyentes. ¿Qué mejor que entregar a cada ciudadano o ciudadana la misma posibilidad de participar, por sorteo?. La aleatoriedad incluso habría dispuesto paridad por sí sola -notar por ejemplo la distribución aleatoria de casos Covid entre hombres (49,51%) y mujeres (50,49%)- y si la muestra era suficientemente representativa, quizá incluso la representación de pueblos originarios.

Pero ya sabemos lo que significa el azar en la sociedad. Los mismos que se someten al azar para justas definiciones en el Congreso Nacional, ya alegaban la supuesta injusticia ante lo que bautizaron despectivamente como “la tómbola” para definir matrícula. Algunos, muy cercanos a la comarca dicho sea de paso, decían que discriminaba a los niños y menoscababa el derecho de los padres de elegir colegio, como si no hubieran sido los colegios los que elegían a los niños, luego de la “levantatón” (campaña por llegar de madrugada a la fila de matrícula). Ese algoritmo mejoró la asignación de los estudiantes, pero efectivamente, quitó el control, el plan, lo previsible que eran otras variables como el dinero, capital cultural o el dedo del seleccionador.

Debo admitir que al ver el resultado de la elección de constituyentes -por votos, no aleatoria- me sorprendió, ya que entregó una representación que considero como bien distribuida. Más allá de los escaños reservados y la definición de paridad -donde las mujeres debieron cedernos escaños- el que ninguna tendencia pueda tener veto por sí sola abre un juego que ya desearíamos en otros foros, como el del congreso y sus sobrerepresentaciones incluso por linaje familiar. Este nuevo foro, por esa distribución bastante ajustada a lo real que luce, debería ser garantía de confianza. No me cabe duda que, de forma pública o discreta, deben haber al menos dos convencionales en extremos plenos: uno (o una) pensando en que el Estado y la propia convención no debería existir y otro (u otra) pensando que deberíamos quemarlo todo, incluyendo el excongreso. Favorablemente, como esto se trata de elecciones por votación, lo que hemos visto hasta hoy son definiciones racionales, donde ninguna minoría logra una sobrerepresentación, debiendo incluso repetirse elecciones y rearticularlas para lograr un resultado.
No será azar lo que veremos como entrega final. Será un documento construido, no con poco esfuerzo, sudor y quizá hasta lágrimas, por 155 personas que construirán aquello sobre lo que deberemos decidir -en otra votación- si lo aceptamos o no. ¿Cuál es la raíz del miedo entonces? ¿No poder seguir jugando con cartas marcadas?.

No se si fue azar o si Dios es guionista, pero aquel 18 de octubre, coronó sobre los edificios de aquella Plaza Italia una publicidad que sugería como telón de fondo en modo gigantografía: “el comienzo de un nuevo juego”.

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