La multigremial presentó hace unos días una encuesta encomendada a Cadem para medir algunas de las candidaturas a la alcaldía de Curicó. Removió el avispero luego de resultados que dieron como ganador al candidato George Bordachar. Obviando todo lo anexo -por qué la multigremial, el historial de Cadem o lo que creamos o no respecto de las encuestas- tiene un mérito relevante para este momento: demostró en concreto su existencia. Porque una de las reacciones fue el ataque bajo supuestas otras encuestas que daban por ganadores a otros candidatos. De hecho la encuesta que habría definido la candidatura del exconcejal, exalcalde y exdiputado Morales frente al concejal Sanz -anunciada horas antes del acuerdo partidista capitalino con alcance nacional sin primarias- aún no aparece y, como comunidad afectada, debemos hacer el acto de fe de creer que existió. Al menos la centro izquierda fue más clara y designó al concejal Ahumada frente a la inquietud del concejal Canquil. Entenderemos lo que significan los dos modelos de campaña para una derecha que ve crecer a Bordachar: una propuesta líquida donde la flexibilidad para dar alcance puede llegar desde extrema derecha hasta centro y algo de centro izquierda frente al modelo sólido de Morales que intenta repetir la misma fórmula de su primera elección hace 24 años. Uno en comunidad, otro con representantes de partidos. Uno con soltura de calle, otro enmarcado en cafés.,Uno con hoja de vida municipal en blanco y otro con un desempeño más que conocido luego de 2 periodos. El instinto felino de Bordachar –más allá de su apodo– le hizo renunciar a su partido original, evitando situaciones como la de la encuesta que debemos creer que existe y parece que mal no le está yendo. Ahora, en el clásico del “si bien es cierto no es menos cierto”, también sabemos lo qué pasó en la elección anterior donde nadie predijo la magnitud de votación de la candidata Pamela Henríquez, logrando un total de 15.312 votos de los 46.480 totales (32.94%), con voto voluntario. En esta ocasión, con voto obligatorio, la incertidumbre es más alta y posiblemente Cadem tenga razón o bien la ruleta ciudadana marque cualquier otra opción plenamente distinta.
No obstante esto y lo relevante de poder medir con regularidad estos temas con instrumentos estadísticos, a mi juicio hay un error en “votar por la persona”, en esta lógica de cercanía, del saludarse, del tenerlo de contacto en Whatsapp, en fin, de grados de separación entre cada ciudadano y cada candidato o candidata y capacidad de influir en él o ella. Lo que deberíamos hacer es votar por proyectos de ciudad, una visión de futuro –ojalá basada en evidencia y datos verificables– que sean encarnados por quien irá en la papeleta. Porque es bastante cómodo sacarse unas fotos y ponerlas en gigantografías -ocultando partidos- antes o después del plazo legal de campaña. Escuchar a la comunidad, verificar en terreno, desplegar voluntarios o equipos sensibles y sistematizar un marco de posibilidades requiere de un esfuerzo bastante mayor. El ofertón de modas, la lista de supermercado, ideas contradictorias y el festival de futuras compras por Trato Directo suelen ser el camino de varios para intentar dar respuesta a lo que intuyen como lo real y esperado. ¿Cuál es el plan? ¿Hay plan o sólo ganas? ¿Hay un futuro o una obligación a la que les somete un partido? Basta de excusarse con el plazo de campaña: pensar la ciudad es un ejercicio diario y contingente.Hoy al menos hay una encuesta. Bien. ¿Cuándo llega el documento con las propuestas?
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