Dependeremos de la suerte, honorables diputados

Un control de tránsito -al azar- logró un sorprendente hallazgo: un vehículo a 249 km/h en Frutillar. Como los excesos tienden a nublan las dimensiones, valga recordar que la velocidad promedio en circuitos de Fórmula 1 es de 210 km/h. En la nueva realidad que algunos diputados sueñan implementar, este conductor lamentablemente no podría optar a renovar automáticamente su licencia. Si, como lo lee: automáticamente, porque ese es el proyecto de ley planteado, donde se podrá renovar mágicamente la licencia si el conductor no tiene infracciones. Así, sin concursos ni sorteos, el conductor podrá dejar de pasar por el único control real y obligatorio existente hoy, a cargo de municipios, como requisito para la renovación. Cualquier otro control, depende de la suerte. ¿Perdió visión o precisión en estos años? Ya no importará: lo que importará es la suerte de ser o no controlados.
En ese marco legal soñado, ese veloz conductor -aleatoriamente detectado- hasta antes de aquel memorable pero infrecuente control policial, sí podría haber optado a aquel nuevo beneficio que se busca legalizar. “Mala suerte” podríamos pensar, porque efectivamente estamos dejando a la suerte de controles improbables la calidad del tránsito.
Con casi 2.000 muertos al año en siniestros viales en el país, esto parece ser un problema. No nos queda claro que lo sea para quienes han preferido validar legalmente el polarizado de vidrios para limitar visión o la eliminación de requisitos de escolaridad para optar a licencias.

Reformar Carabineros ya vimos que no es posible -salvo por la ropa- por lo que intentar una policía especialista en tránsito tampoco será posible. Costó años poder validar los controles automatizados que plantea la Ley CATI, controles que precisamente podrán aplicarse en esos lugares donde la SIAT, el SAMU y Bomberos se llevan la peor parte de eso que algunos persisten en plantear como la más pura libertad. Porque hubo quienes votaron en contra de aquel proyecto que limita esas “libertades” a hacer lo que se nos plazca en ese espacio común, manejando toneladas a cientos de kilómetros por hora. Más de 200 en este caso.
Este hallazgo aleatorio abre la pregunta acerca de cuántos más andan más rápido que en Fórmula 1, en nuestro espacio común, allí, donde diputados rechazan o se abstienen de permitir controlar. ¿Fue una excepción? ¿Cuántos más hay? Los datos entre peaje y peaje deben estar y, con una fórmula de 8º básico podríamos verificar si efectivamente este fue otro caso aislado más o si es una práctica habitual. ¿Datos para verificar lo mismo en los autódromos urbanos como el de circunvalación, eje vial Freire Alessandri o la misma J-60?. ¿Un proyecto de ley para concretar esto? Veremos si importa o si también lo considerarán una afrenta más a la libertad individual.
¿Libertad para morir y para asesinar en ruta?. Parece ser también un asunto de (mala) suerte.

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