Hace algunas columnas decía que los automóviles no toman café, mostrando como el privilegiar un automóvil sobre un peatón en contextos de venta no necesariamente da un mejor resultado. Recordemos que en las propuestas de Mall, por ejemplo, lo que se aprecia es la peatonización del flujo, gentes caminando por las dependencias más allá del lugar donde puedan almacenar temporalmente sus toneladas de fierro y plástico llamadas automóviles. Cada Mall lucha porque peatones ingresen y se mantengan dentro. Visto así, parece divergente la propuesta -o el interés- de eliminar la peatonal de Prat por parte del comercio curicano. Una de las grandes desventajas al momento de competir como centro de comercio, con el otro gran centro comercial es no poder lograr ese flujo, arriesgando su propia sobrevivencia. ¿Cuántos míticos y tradicionales comercios curicanos han debido cerrar?.
Si yo fuese comerciante en el centro de la ciudad, promovería que más personas circulen a pie para desplegar mi oferta directamente. Otra cosa distinta, importante pero no central, es cómo logramos gestionar el stock, entendiendo que el convertir algo en peatonal no necesariamente significa un bloqueo eterno para todo tipo de vehículos, sobre todo de acceso temporal como pueden ser aquellos que realicen carga o descarga de productos, recolección de residuos, vehículos de emergencia, entre otros.
Mientras alrededor del mundo se va cimentando el consenso de bajar las velocidades y eliminar los automóviles de los centros de las ciudades, nosotros preferimos insistir con la fórmula que no funcionó. Tres botones de muestra. El primero fue la tarificación del centro, una de las formas de en las que habla la autoridad: en el pasado definieron dos zonas claramente distintas, la que rodea la plaza de armas y “lo demás”. Esto lo hizo poniendo una tarifa el doble de cara alrededor de la plaza. Entenderemos cuál es la señal que quiere dar la autoridad al poner una tarifa el doble de cara en un sector que en otro. Con la nueva alza aprobada en enero en cambio, al mantener la tarifa “alta” de la plaza y subir la de “todo el resto”, la nueva señal es que finalmente no hay tanto problema en que se transite, acceda y estacione en todo el centro.
El segundo, es este, el de un ataque intenso a una única cuadra que por emergencia sanitaria se han dignado en convertir en peatonal. Hoy, como espejismo de solución, se insiste en que quitar ese espacio para peatones haría una diferencia sustancial en el flujo diario vehicular, aunque sepamos de antemano el resultado (como lo sabíamos también previo a la aplicación de la restricción vehicular).
El tercero es lamentablemente peor y tiene que ver con clausurar nuevamente la posibilidad en base a la propuesta de nuevo Plan Regulador, donde como es usual en la comarca, aún cuando se insista en cada levantamiento de información en lo relevante que es la promoción de modos de desplazamiento distintos al automóvil, la propuesta se centra en cómo volver a privilegiar al automóvil.
No hay forma de destrabar el bloqueo bajo el paradigma proauto. De hecho, el que parece ser el primer interés del comercio -cómo eliminar a los ambulantes que no ambulan- se soluciona fácil en la mente de varias autoridades: bloquear el paso de peatones en algunas veredas que se asignen para tal efecto. Nuevamente, peatones asumiendo el costo. Eliminar todo atisbo de peatonal, aún cuando nos cueste el sueño histórico de conectar la Estación de Trenes con el Cerro Condell a través de una peatonal comercial.
Tiendo a creer que lo que el comercio del centro desea, es tener mayores ventas y no al revés. Viene siendo tiempo que, además de persistir en el deseo de eliminar el comercio ambulante, verifiquen si tener más peatones en el centro mejorará su probabilidad de vender más o no.
Insisto, los vehículos no compran, los peatones si.
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