Predicciones 2100

Columna publicada en Diario La Prensa.

Desde uno de los oráculos del dogma −la dirección de presupuestos (Dipres) del Ministerio de Hacienda− pasó colada una osada predicción que auguraba el impacto del 10% de AFP hasta el año 2100. Si, dice año 2100. En ese esfuerzo determinista y lineal, los sacerdotes que ya no usan denario sino Excel, no se refirieron a autos voladores, viajes en el tiempo ni turismo espacial. Mucho menos a la llegada de la singularidad, que plantea Kurzweil para unos años más o conducción autónoma. La capacidad técnica del ente gubernamental era insumo para oponerse a esa aprobación en el congreso.

Asumiendo esos 80 años desde el presente al año 2100, es altamente sugestivo hacer la pregunta a la inversa: ¿cuáles habrán sido los augurios económicos en 1940 y cuál habrá sido el nivel de acierto al 2020?. En plena Segunda Guerra Mundial y sobreviviendo a la crisis del ‘30, los pronósticos no deben haber sido muy auspiciosos. Estoy seguro de que la capacidad adivinatoria de este buró ni se imaginó ese viaje a la Luna de 1969, la preeminencia mundial del cobre, una presidenta mujer, el engañoso promedio per cápita actual, la irrupción de las tecnologías de la información en todo el mundo… o la creación de un mercado de capitales basado en unas entidades financiadas por cotizantes llamadas AFP. Esto es interesante ya que habla de la capacidad creativa humana y también acerca de cómo es posible romper un paradigma (independiente del resultado, por cierto).
¿Cuántas veces cambió el mundo en esos 80 años?

Pero hay un par de predicciones que no fallan y que suelen escapar a las predicciones de Diprés. La primera es acerca de los terremotos que impactan a Chile mas menos cada 25 años. Guarde esta columna: el siguiente será alrededor del 2035. Aún así, hay poca preparación para enfrentarlo. Los helicópteros no volaron, unos no se levantaron, otros no entieron las alertas en inglés y otros creyeron sin confirmar. En fin. La segunda y quizá más importante aún es acerca de los quiebres institucionales, que por cierto prevenimos mucho menos. Como diría una ministra “no lo vimos venir”, a pesar de haber más señales que en una losa de aeropuerto. Hoy estamos en ese segundo escenario: aún con presidente en ejercicio, transitamos un “entre”. El equipo de predicciones −que dice ver a más de 80 años− en septiembre del año pasado no vió venir que a días habría un estallido social, por cierto también vinculado a Diprés y sacerdotes del insigne Panel de Expertos. Quizá el oráculo tampoco previó el impacto de una pandemia, donde vuelve a ser la piedra de tope. Las cuadradas planillas de Teatinos 120 o no están logrando expresar plenamente la realidad, o los sacerdotes no están logrando ver más allá de lo evidente. Varios historiadores venían alertando esta curva usual: expansión económica,  demanda social, quiebre institucional. Siendo positivos, si logramos ponernos de acuerdo podríamos entrar pronto a la fase siguiente y de paso sumar válvulas de escape −manuales o automáticas− que hagan más sustentable este sistema, sino por 2060 volveremos a lo mismo.

La vida excede a las Cuentas T y planillas, como hemos visto. En un mercado de ciudadanos devenidos en consumidores, donde se nos machacaba la relevancia del derecho de propiedad −a pesar de estar incluso consignado como derecho humano− era insostenible no permitir el retiro de los afiliados, en vista de una de las crisis más profundas de hace un siglo, y con solo un 6% de chilenos en contra de la medida. No se podía, tal como lo presagiaba el oráculo y sus feligreses, hasta que se pudo. Horas más tarde, sorprendía ver cómo la otrora nefasta medida ya era bienvenida desde otros oráculos, que señalaban la importancia que esto tendría para la reactivación económica.

¿Vió como pudo cambiar el escenario de una semana a otra? Imagínese cuántas veces podría llegar a cambiar el país de aquí a 2100. Esto no es novedoso, ya pasó antes, a mantenernos atentos y evitar que la segunda ola −que sin oráculos ya sabemos que vendrá− nos pase por encima o peor, nos lleve.

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