Les comparto esta columna, publicada en Diario La Prensa, acerca de la falta de visión integral a nivel provincial de cuestiones esenciales como transporte.
A sus 17 años, Cristian Arriagada se quedó con el primer lugar del Gran Premio Las Brujas que recorre desde Los Queñes en Romeral hasta Vichuquén. Quizá el premio más importante para los ciclistas que osaron transitar la peligrosa ruta, fue llegar con vida, luego de los 170 km que conectaron por seis comunas: Romeral, Curicó, Rauco, Hualañé, Licantén y Vichuquén. Desde 2010 hasta hoy, contamos al menos 11 muertes por impacto con vehículos, sin contar la cifra negra de accidentados sin resultado de muerte o, como hemos visto últimamente, los intentos de minibuses por sacar ciclistas de la ruta.
En la presentación de este notable desafío, cubrir desde la Cordillera de los Andes al Océano Pacífico, los alcaldes parecían comprometidos con el trabajo conjunto que, si bien no cubrió todas las comunas de la provincia, reabre un imaginario en torno a la bicicleta y su potencial turístico, en una zona donde el turismo parece quedarse siempre en potencial. De hecho, en esa penosa cifra de muertos, se incluye también una turista argentina, en ese fatídico 9 de junio de 2017 por Boyeruca, que confió en que las rutas de esta zona serían un destino seguro para recorrer en bicicleta.
Por diseño centralista, los alcaldes tienden a concentrar su esfuerzo en los territorios urbanos de cada comuna, dejando de lado la integración con sus propias localidades y más aún con otras comunas. Cada uno tiene sus propios problemas, que, también por diseño, no logran visiones conjuntas, en este caso en lo que a resguardo de rutas se refiere. ¿Resultado? Gran parte de los muertos por impacto de vehículos suceden en sectores no urbanos, donde no hay vereda y, por lo general, menos ciclovía. Como las autoridades usualmente usan automóvil, aplican el criterio directo para que los automóviles puedan funcionar con todas las facilidades. ¿Ciclistas?, ¿peatones?, ojalá que el invierno no levante tanto barro, deseamos.
Un ejemplo de acciones no integradas pasó luego de la muerte de Zoe, en Rauco. Semanas más tarde, Rauco emprendió acciones para mejorar condiciones para peatones y ciclistas, demarcando calles, pintando zonas, poniendo alertadores de velocidad, diferenciándose notablemente si se comparaba con la heterogeneidad de condiciones de sus bordes comunales con Curicó, Teno, Hualañé o Sagrada Familia. ¿De quién debería depender este esfuerzo de integración territorial? ¿Gobernación a nivel provincial?. El gobernador estaba hace un par de semanas ayudando a descargar camiones. ¿Qué nos queda?. Cada comuna se bate con lo que tiene y puede: el individualismo traspasado de lo personal ahora a nivel comunal. Hualañé abordaría con resaltos, Licantén se orientaría a poner mensajes para automovilistas, Curicó se focalizaría en el centro, en fin, el “cada uno pa’ su santo” ahora en versión comunal.
No es necesario llegar a Marruecos o incluso a China para concretar hermanamientos. Los incendios forestales no ven límites comunales. Las crecidas del Mataquito o los terremotos tampoco los vieron en el pasado. El trabajo, el colegio o la universidad borran los límites del teórico de oficina santiaguina setentera: la gente se mueve y no dejará de hacerlo. Así, la integración interprovincial e interregional es también un pendiente que, en el caso de rutas, deja víctimas fatales al no abordarse como sistemas interdependientes.
Esta ruta, lograda con éxito por Cristián Arriagada y los demás ciclistas, esperamos que sea fortalecida como un itinerario turístico, con seguridad para ciclistas y peatones, con paradas en la ruta, con diseño de descansos y con nuevos destinos por sumar. Salir del paradigma del automóvil es posible, si los alcaldes y concejales se bajan del auto y se lo proponen, como un pendiente más en sus agendas. Empatía le llaman.
(11)