¿Y si las empanadas del 18 hubieran sido las últimas? ¿Si la chicha escaseara y el vino lograse precios inalcanzables? Esto, como todo cambio radical e inesperado, nos parece inconcebible. Por eso, necesito, como diría Arjona, que nos digan que no.
Greta se llevó el foco toda la semana. De ser la inofensiva e inspiradora joven con un cartel en la mano, ahora nos dicen que es una pequeña títere de multinacionales a quien su origen blanco, europeo y desarrollado ya no debía tomarse en cuenta. Está enferma, es mimada y se taimó, no le crean ahora. Favorablemente para Greta, aún es menor de edad; lo que ha imposibilitado acusarla de alcoholismo, drogadicción y algún bulo sexual, como exige el manual en estos casos. Sería muy feo, ¿no?
Tal como en el rollo del oráculo, ese lugar donde vírgenes entregaban una predicción, lo importante al final era la predicción. Es el mensaje lo que debiese importarnos y, por lo mismo, vuelvo al pedido arjoniano: dime que no.
En enero de este año, estaba fuera de nuestros radares. Hoy, llegar al punto de racionar el agua se ve como un futuro completamente posible. Insisto, que alguien nos diga que no, por favor. De enero a hoy, aumenta la gente que deja de comer carnes rojas dado el impacto que esto produce. Como yo aun como carne, exijo que me digan que no. Por el contrario, todas las autoridades y medios me señalan lo inverso, que efectivamente estamos en medio de una crisis, que efectivamente estamos en la mitad de una sequía que no sabemos si es temporal o sólo el avance de la desertificación. Y ya con ruego digo: digannos que no.
Pero no nos dicen que no. Y como no nos dicen que no, el mensaje de Greta viene a ser sólo un epitafio. Greta, en este caso, viene a entregar un mensaje que pareciera no queríamos poner en la mesa. No es muy popular decir que tendremos que cambiar, dejar de ser quienes somos, dejar de comprar lo que compramos, dejar de consumir lo que consumimos. El futuro se viene negro y no nos dicen que no, al contrario, refuerzan el mensaje, un mensaje que quiza no quisieron entregarnos.
La realidad, como una cebolla, es multicapa, donde una capa conecta con la otra y sin duda lo que pase en el borde puede hacer que toda la cebolla sea insevible. La COP 25 de partida nos dice que hubo 24 ocasiones anteriores. En esas 24 ocasiones, Chile tuvo representantes participando a los que los mandamos con interesantes viáticos y tickets. Por cierto, representantes del Maule también estuvieron en estos sabrosos viajes.
¿Cómo impacto el viaje a Chile o al Maule?
¿Logramos algo más que recuerditos del dutty free?
Es más, a tanto llega la ineptitud, que incluso han tomado el camino inverso, en la promoción de la ganadería y complicidad pasiva en cuanto al uso del agua por ejemplo.
Dígannos que no, por favor.
Hoy, el intendente lidera una mesa para abordar una sequía sobre la que no tiene mayor dominio. Hoy, las juntas de regantes invierten dinero en publicitar la crisis. Y nadie nos dice que no. Al contrario, con una fe bíblica, nos intentan convencer que un embalse es la solución, como si no hubiera que llenarlo. ¿No lo cree? Visite algunos de los tranques y pequeños embalses y véalo con sus propios ojos. Tenemos uno a minutos de Curicó. Quizá sea razonable, con la misma fe bíblica, seguir el mensaje del ministro maulino: sólo nos queda rezar.
Como somos especialistas en intentar abordar efectos, sin enfrentar las causas, el mega plan anti sequía pasará a ser un saludo a la bandera. Como cuando se cree que comprando automóviles se pondrá fin a la delincuencia. O como cuando se pretende mover a comerciantes ambulantes a algún sitio. Efectos de problemas de los cuales evadiremos las causas, por que conectan con lo más profundo de cada uno de nosotros. Vea como rebotamos una y otra vez.
No nos dirán que no. Por el contrario, aprovecharán la oportunidad de sincerar algo ya conocido por nuestras autoridades y representantes, pero sobre lo que no se tomaron medidas.
¿Cuánto dinero hemos gastado en representantes impotentes frente a todo? Lo más gracioso: hasta los reelegimos.
Ojalá haya disfrutado esa empanada, ese trozo de asado, el vaso de chicha o el de vino. Quizá sea un vestigio de un pasado que no volverá.
Preparémonos para un cambio de vida como nunca lo hemos tenido.
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