Esquina Noventa

Me encontré con este curicuento. A ver qué les parece.

“Creo que es 1990, quizá sea el 2500 o antes. No importa. Siempre olvido cómo llegué aquí y vuelvo un día más. El olor a pan me lleva al pasado pero los bocinazos me traen de vuelta. No se si tengo que estar aquí pero ya llegué, como ayer. Otra vez.
No entiendo cual es el afan de molestarme, cuando les veo pasar sin más. Los veo fluir con sus apuros, llenos de bolsas, intentando alcanzar algo si es que algo queda. De nuevo a última hora se les ocurrió salir a todos. Más olor a pan, más bocinas ahora con desespero. La gente ya andaba sensible, medio eufórica y medio triste y ahora vuelve el fin de año otra vez y ellos pasan y pasan. Me molesta esa necesidad de bocinear, como si algo pasara, como si algo fuera a pasar. Ni la ambulancia lo lograría. Están poniendo más semáforos y si cada uno quiere lo propio, ninguna limitante los detendrá.Así son, así somos, pero ellos más.

Ayer me molestaba ese niño que iba con el helado recién comprado en el Polo. La mamá no le dijo nada. No me tocó, pero ya es costumbre que a una la vean como rara. Y lo raro no funciona, no sirve, hay que sacarlo. Como si existiera algo normal. Como si ellos fueran normales en su gris devenir. Como si fuera normal andar molestando a la gente por la calle. ¿Lo normal es molestarme?. Ese niño no molestaba a otras, me molestaba a mi, como si eso fuera normal. Pero él es niño, el problema fue su mamá que prefirió seguir pensando en lo que le quedaba por comprar, en que otro no fuera a ganarle la oferta en Las Brisas. No me gusta esa esquina. Peor ahora que se les ocurrió poner ese edificio sin mayor intención que poner un piso sobre otro. El futuro dirá, porque yo no puedo decir. Si digo no tendría oídos. Solo risas y otros molestándome.

Me gusta esta época. Se va el año y llega el sol. Quizá no sea el sol lo que me gusta. Quizá es dejar de ver pasar a esas tropas de escolares que no se para que van a la escuela. No se que les enseñan, no se que aprenden, si ni para andar en la calle muestran el mínimo de respeto. Por que supongo que eso les enseñan. Los normales, ahí es donde les enseñan a ser normales y saliendo a la calle parece que se transforman. No se si sus profesores, muy normales también, han notado que no está sirviendo lo de la sala de clase si saliendo de ella son más animales que cualquier perro vago de estos. Este me acompaña a veces, pero a veces me traiciona también, tira a morder pero en invierno se echa acá al lado del poste. Pero el no va a la escuela y a veces se porta mejor que esos escolares normales. Quizá por eso me gusta esta época, porque dejo de ver a esos escolares hijos de la normalidad.Este perro parecía fino, pero no lo era. Quizá de donde salió. Quizá se devolvió de Tutuquén o de algún callejón antes de Rauco, ¿ve que para allá salen a botarlos?. Los normales los aguachan y luego los botan, como si fuera normal. Cada vez son más animales. Como cuando el chofer de la Colón Portales se bajó a plantarse al de la renoleta que lo traía tostado desde Prat. Ellos son normales, si claro. Yo no soy normal, claro. Yo soy quien no debería estar aquí, parada, jugando el día. El normal era él, que andaba arriba de un pedazo de lata todo el día. Toda la semana. Todo el año. Toda la vida. El normal era él. El perro no podrá manejar, no le darían licencia, pero a otros si les dan licencia y son peor que perros. Pal 18 tiró a darme un tarascón. Doña Inés siempre me da un pan, pero el 18 me dió una empanada. Hace tiempo no comía una empanada y este perro se dio cuenta y en un descuido tuvimos que compartir. Me obligó a compartir. En fin, todos celebraban y él también tenía que celebrar. Fuimos un poco normales el como perro y yo como yo. No se si le sacó el cuesco, de hecho no vi si venía la aceituna. No me gustan las pasas, quizá su mitad tenía pasas.Nunca he hablado con Doña Inés. Ella es extraña, no por la forma en la que camina como dejando los pasos en el suelo, sino porque nunca me ha mirado con la cara con la que me miran los otros. No solo por que me de pan. Yo nunca le pedí pan. No sé por qué me da pan si no lo pido. Pero luego de toda una mañana con olor a pan ahora espero que pase Doña Inés. No se con quien vive. O si tiene familia. O si el pan que me como era de alguien o si alguien no come por mi. Nunca le he preguntado, porque nunca he hablado con Doña Inés. La he visto pasar pero solo cuando sale de comprar jamón al lado. Siempre lo mismo, el jamón, el pan, mi pan y seguir. Sigue caminando para allá. Quizá pasa por Las Brisas. Debe cruzar por el Polo Norte si va a Las Brisas. Quizá para donde va. Pero todos los días vuelve. A veces pasa en la tarde también. Nunca la he visto en auto. No creo que se suba a la micro del tipo del fierro. Ella no es normal. Ella me da pan. Nadie más me da pan. Ella no me molesta. Es raro por que ella no es normal pero tampoco la molestan. Quizá por que está vieja. Quizá cuando envejecen van dejando de ser normales. No sé cómo seré yo cuando envejezca. A penas me acuerdo de cuando el río. Había río. Había tren. Dejó de pasar el tren y no pude subir nunca. La Colón Portales era más rápida que el tren. Pero a la micro no me subiría. Menos con ese chofer. Me mira con odio. Yo no le hago nada. A nadie le hago nada, solo estoy. Quizá el solo estar sea el problema que tienen conmigo. Como si no me quisieran ver. Como si les pasara algo cuando me ven. Yo no les digo nada. ¿Qué pensarán cuando me ven?. ¿Seré un recuerdo?. ¿Seré un futuro?. No me importa. Si a ellos no les importo porque deberían importarme ellos a mi.Estaba en el río me acuerdo. No me acuerdo con quien estaba pero éramos todos chicos y entre el agua empezó a sonar algo y apareció el tren. No era un tren largo como los trenes de verdad, pero iba gente arriba. Nos saludaron por la ventana. Nosotros también los saludamos. El agua estaba fría y eso que nos bañábamos con agua helada casi todos los días. No como ahora. No me acuerdo cuando me bañé. No se donde estará el río ahora o si el agua seguirá siendo helada. Nunca volvió el tren. Doña Inés debió haber viajado en ese tren. Quizá pasó a comprar jamón y luego el pan. No me acuerdo donde está la estación pero me imagino que no está lejos. Doña Inés sabría como haber llegado. Debe haber caminado mejor cuando aun había tren para allá. Este perro ni existía.Mira, volvió a pasar la señora. Ahora para el otro lado y con más bolsas. ¿Esto es normal?. Siempre pasa esto para cuando hay pan de pascua. Me gusta el pan de pascua pero no las pasas. Doña Inés nunca me ha dado pan de pascua. Una vez vi que llevaba uno pero era muy grande quizá. Ya llevaba el jamón y la otra bolsa con pan. Quizá era complicado darme pan de pascua. Todos se chocan. Van para todos lados. Están locos. Van y vuelven, van y vuelven. Una bolsa, dos bolsas, tres bolsas. Terminará el siglo y seguirán con sus cabezas agachadas comprando. Dicen que se acabará el mundo el dosmil. Una vez dijeron que se acabaría el mundo. Cuando hubo un eclipse. Yo creía que el mundo se iba a acabar en el terremoto. Este poste se movía. La casa de más allá se cayó. En la del lado se hicieron los lesos y pintaron encima. Un tipo andaba comprando casas y casi le pegan. ¿Es normal salir a comprar casas durante un terremoto?. Supongo que sí, pero puede que estén más frágiles. Fue en la tarde me acuerdo y el ruido fue hondo, como el del tren, pero un tren de los de verdad, de esos que hacían que las baldosas de líneas cruzadas vibraran en la estación. Creí que se acabaría el mundo. No se como será un acabo de mundo. Si se abrirá un hoyo o si habrá fuego. Quizá el mundo ya se acabó y estamos pero no estamos. Ese mocoso molestoso debe haber sido una guagua, ni lo debe haber sentido. Quizá el terremoto lo afectó y por eso me molesta. Pero si el me molesta por eso, los otros que me molestan también deben haber tenido sus terremotos que les hacen ser así. Un terremoto no es normal. No es normal que una ciudad moleste a una persona. Quizá yo no soy normal aquí pero quizá en otra ciudad si. Pero yo no molestaría a otros en otra ciudad. Porque yo no molesto a nadie y casi todos me molestan. Sus terremotos quizá fueron más fuertes que el de hace unos años. Vi gente llorar. Llorar no es normal. La gente no anda llorando todos los días por la calle, pero un terremoto tampoco es normal ¿o si?. El sol es normal. Sale todos los días, incluso en invierno. Molesta a veces pero no hace morisquetas, no empuja ni me grita. Me gusta el sol. Quizá por que no habla. Yo tampoco hablo o no hablo mucho. El sol da más calor que este perro. ¿En un acabo de mundo seguirá habiendo sol?. No se como llegué aquí. Quizá vuelva mañana. Si estoy aquí ojalá pase Doña Inés. Primero a comprar jamón y de ahí al pan. A mi pan también. Ya se les habrá pasado lo de andar comprando. El mocoso se quedará en su casa con su regalo si es que tuvo. No se portó bien pero su mamá nunca le dice nada. Eso es lo normal en ella. Quizá mañana será mejor. Menos micros y menos autos. Más aire. Más sol. No se si este perro pase mañana. Es simpático pero es traicionero.

Otra vuelta. La micro viene en el taco de la esquina. Gracias Doña Inés por el pan.”

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