La “súper” semana, volvió a recordarnos los pendientes de décadas. Lo que a lo largo del año se tiende a normalizar y asumir, en cada marzo revive una de las peores caras de la inacción. Unos por caminos de tierra, otros por la vereda, los osados en contra del sentido del tránsito o confiando ciegamente en el Dios Waze fueron intentando resolver su personal problema, sobre su máquina. Como un esquema de acupuntura, los puntos críticos se hicieron notar hasta el colapso matinal y vespertino.
Este no es un problema simple de resolver. Debemos recordar esto ya que por una extraña razón, se prometen soluciones que han comprobado no ser efectivas o generar nuevos problemas, como por ejemplo la restricción vehicular. En efecto, la solución más sencilla es no utilizar automóvil, cosa que no será aceptada sin un esquema de incentivos. Como decíamos hace unos días, los cambios de sentido de calles tampoco aportan si no se orquesta y respeta una serie de cambios de manera coordinada.
A pesar de lo evidente, el origen del problema es claro: hay más autos en las calles de los que puede soportar la ciudad bajo el esquema habitual. Curicó fue diseñado para personas, caballos, a lo más carruajes o carretas según estándares de Manso de Velasco y sus amigos. Sin autos, por allá por 1743, sin Ford T de 1908. El primer auto pasa por Curicó el 22 de enero de 1910. En 1941 se define el antiguo sentido de calles para poner orden en el centro y se define también la velocidad máxima de 30km/h. Ya por 1961 se cuentan 589 automóviles con patente local. Este año, comenzando el cierre de la segunda década del siglo XXI, se aspira a superar los 38 mil permisos de circulación. Disculpen, pero esto suena “súper” contradictorio.
¿Cómo transformamos el nefasto incentivo de obtener más permisos de circulación?
Tal como los impuestos asociados al tabaco deberían ir a cubrir daños por cáncer y patologías asociadas, este ingreso debería ir a generar incentivos a movilidad alternativa con foco en peatones y ciclistas urbanos. Mejores veredas, más y mejores ciclovías o nueva infraestructura para peatones y ciclistas, va en directo impacto a disminuir el caos vial. Cada persona que decide caminar o movilizarse en bicicleta, deja de optar por un automóvil para su transporte, entonces, incluso los automovilistas deberían incentivar esto.
¿No parece vergonzoso y violento tener todavía puentes simbra para peatones mientras se privilegia con magnas obras de arte a los automovilistas? Ojalá cambie el sesgo pro-auto por un sesgo pro-humano.
Los concejales y alcalde usaron la bicicleta el año pasado y vivieron lo que todo ciclista urbano debe vivir a diario, incluyendo los riesgos en la vía. Los concejales y alcalde también visitaron otras ciudades para ver experiencias de incentivo a uso de la bicicleta, habilitación de gobernanza local para coordinación, gestión de vías, esquema de ordenanzas, financiamiento, etc.
¿Qué pasó?.
Mientras volvemos a normalizar los tacos e intentar hacer políticas públicas a través de medios de comunicación, aprovechemos para reflexionar acerca del modelo de ciudad al que aspiramos. Valga recordar, como insumo para esa reflexión, que los tacos no son una señal de progreso, sino de evidente estancamiento.
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