Esto ya da para libro: en la misma semana en que nos enteramos de que el Cerro Condell estaba postulando a ser una de las propiedades para la futura hipoteca (leaseback), a la par, nos notificaron que postula a ser locación de un Rally nacional. Ya veníamos de la preclara idea anterior de romper el cerro y humedal, para hacer pasar por allí el megaproyecto Eje Vial Zapallar – Cerro Condell – Avenida España. A propósito de la efeméride semanal: feliz día de la tierra, pensamos.
El mejor argumento que ha pasado por la mesa del Concejo Municipal mientras se gestionaba aquel interés -sin Ley de Lobby- es que este evento traerá ocupación hotelera. Aceptémoslo como argumento verdadero, aún cuando se presente al voleo, y supongamos que efectivamente un Rally en la ciudad significará un sustantivo diferencial turístico. Aún siendo esto cierto, no nos obliga a tener que hacerlo pasar a toda la velocidad que el competidor pueda, por pleno Cerro Condell ni tampoco obliga a tener que hacerlos conducir contra el tránsito, también en velocidad, por pleno centro. No es una ensoñación ni imaginería, sino dos situaciones que ya han pasado, avaladas por alcaldes, gobernadores, delegados y concejos municipales anteriores: permitimos que corrieran a toda velocidad, con piso mojado incluso, por el cerro, así como autorizamos que pudiesen ir a toda velocidad contra el tránsito, en calles del centro, ante la multitud expectante.
La crisis vial, esa de la que no salimos, parece no exigir sensatez ni coherencia. Porque mientras llamamos intensamente a resguardar el parque cerro, incentivamos a romper la ordenanza civilizatoria que nos dimos. Porque mientras nos llaman a la prudencia vial y al autocuidado en una de las regiones con mayor mortalidad en tránsito, desde la misma autoridad se insiste en promover conductas de riesgo como velocidades sobre el límite urbano -de 50 Km/h, porque ni hablar de los vejados 30 Km/h- abriendo hasta la opción de ir contra el tránsito. No es la primera vez que lo hacemos, lo hemos permitido también con motos, en pleno centro, para que los conductores tomen nota de las posibilidades y flexibilidad que la propia autoridad… autoriza.
Favorablemente podemos acudir a los vídeos disponibles, ver para creer o ver para recordar. Allí, destaca una pieza de video donde uno de los conductores se emociona recordando cuando pensó que había dejado sin vida a dos espectadores en el Cerro, los que favorablemente sobrevivieron al enlodado auto volador. De eso, la autoridad no tiene memoria, de aquellos días donde no tenía problema para permitir toda la velocidad deseada por los conductores ¡y con lluvia!.
Ya hubo lesionados, sobre los que la autoridad desde luego no reconocerá una mínima responsabilidad. Porque la expectativa de flashes nacionales y el glamour vehicular suelen vencer a la templanza y mesura esperable de toda autoridad.
¿Volveremos a tentar a la suerte?
Veo que hay varios muy motivados en que volvamos a hacerlo.
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