Bypass y J-60: El flujo que rebasará el vaso

La J-60 es una ruta altamente sensible.
No solo por tener podio regional en siniestros viales (Top-3 en riesgo regional), sino porque cada pequeño incidente es capaz de impactar en bloqueos parciales o totales de la ruta. No solo por muertes u otros siniestros viales sin lesionados: hasta pequeños derrumbes o animales en ruta pueden ralentizar el flujo. Esto es evidente cada verano donde en puntos críticos y con baja o nula redundancia de la red caminera, su feble diseño y planificación, puede llevar a velocidad cero el flujo, como suele pasar por la costa. De hecho, acaba de pasar la clásica Curicó-Iloca en enero y el Raid de Autos ahora en febrero. Ambos eventos dieron cuenta de que estresando un poco la J-60 emerge el colapso.
Todo bien con ambas fiestas, fechas anuales, únicas y vuelta al flujo usual de la ruta. Parte de las aventuras del verano.

A raíz de la construcción imparable –supuestamente– del Bypass Curicó, el ingeniero a cargo de exponer la propuesta de la consultora privada que lo diseña, fue bastante claro en que no se incluirán obras que no sean las propias del proyecto. Más claro: esto no incluye mejoras a la J-60. Así, desde el cielo llegará con flujo directo desde Ruta 5, una manguera a ubicar entre la Curva de la Muerte y el puente donde los autos quedan colgando (literal). En efecto, toda la ruta deberá asumir los 356 días del año –no solo un par de días– este nuevo incremento de flujo sobre el Mataquito, además de la siniestralidad de base, ya pendiente.

Según vi en redes, en Rauco parece que lograron notar que, aún cuando no excaven ni un metro cúbico en su comuna, tendrán igual o peor efecto que las demás. Porque todo eso que se ve como una “mejora”, “avance” y “progreso”, se verá trabado en el propio flujo no gestionado y peajes asociados, obviando la siniestralidad que per–sigue en toda la ruta, así como en El Séptimo Sello.
Este proyecto no logra cerrar.
El formulario SEA no logra alcance sobre aquella conversación previa, técnica, de obviedad operacional incluso, esa que no pudimos ver, que parece más mediada por una decisión a matacaballos, donde ni los alcaldes fueron escuchados.
Hoy, la espada de Damocles pende sobre 5+3 comunas en tragedia griega de final –supuestamente– conocido, que tendrán que aceptar sin más, cabeza gacha, su destino decidido a control remoto.
Al final, tal como en el Eje Freire Alessandri y otras futuras pistas de carrera en agenda –Eje vial Avenida España, Eje vial Diego Portales, Eje vial Balmaceda– no habrá autoridad responsable del diseño en el próximo choque.

Si hay una opción de hacer algo razonable y seguro es hoy, y hoy los alcaldes y alcaldesas deben dejar de mirar el techo frente a esto. Porque esa mirada evasiva debiese cambiar pronto por una atenta y comprometida, como la de quienes bajan de la ambulancia, de la bomba o del furgón a asumir a diario la responsabilidad pública de quienes no lo hicieron.

Ojalá que alcaldes y alcaldesas logren la misma coordinación y acción de este fin de semana en el Raid, cuando dimensionen el impacto de este bypass sobre las comunas que administran, un viaje directo y sin escalas al colapso que, como es usual, luego de construido quedará huérfano.

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