La justicia peatonal también se desvanece

¿Cuándo llegará el camión veredeador a Curicó?
Es una pregunta que venimos haciendo desde hace años, especialmente al ver cómo frente a la recurrencia de pedidos de mantenimiento de ciclovías y veredas, se volvía a privilegiar al automóvil. Así, logramos una ciudad pensada para hacerle la vida más fácil al auto. Esa ha sido la política evidenciada en cada uno de los últimos proyectos y megaproyectos, tal como los que se vienen en agenda.
Hay concejales que siguen orgullosamente convencidos de que aumentar los privilegios al automóvil logrará desmotivar el uso del automóvil. Entonces, cuando un adulto mayor acusaba hace algunas semanas su nariz rota o cuando quienes tienen requerimientos ante movilidad reducida deben enfrentar aquel diseño italiano de veredas –incluso céntricas– aparece la pregunta abierta acerca de la justicia peatonal. ¿A cuánto ascenderá esta deuda histórica?

Intente dar una vuelta por el centro en jornada diurna. Gran parte de los usuarios del espacio público son adultos mayores.
¿Qué facilidades les fuimos generando para “vivir el centro” y los barrios?
¿Es casual que adultos mayores tropiecen en veredas en mal estado o que otros se desvanezcan en trayecto?
Puro azar, suponemos.

Una política inexistente de arborización sumada a altas temperaturas no tiene otra opción posible que generar desiertos urbanos. Eso, para tomadores de decisión que se movilizan en cabinas con aire acondicionado es algo totalmente fuera de radar. Empeora el escenario cuando sumamos que los árboles existentes deben intentar sobrevivir las podas mortales por defender el sacrosanto cableado o el siguiente intento de poner una cámara allí, justamente donde hay un árbol. Ni Luis Cruz Martínez se salvó de tener un descomunal poste plateado bloqueando la significativa obra de Córdova, cámara frontal, que ni evita que le vuelvan a robar la espada al héroe de la ciudad.

Miles de curicanas y curicanos se desplazan a pie o en bici. Son parte de la solución al no usar un vehículo motorizado para contribuir al caos. ¿Cómo les ayudamos? ¿Cómo motivamos a otros a sumarse a esta opción?
Hoy, tomadores de decisión insisten en poner fichas sobre el auto, incentivando su uso en cada metro pavimentado grácilmente. ¿Podremos aspirar a aquella justicia peatonal?

Hace unos días volvía el camión bacheador a reparar camino a Tutuquén. Ahora flamante camión nuevo. Una y otra vez y, de ser necesario, volveremos a hacerlo, aún cuando no pueda haber veredas ni ciclovías allí mismo.
¿Costará mucho un par de centímetros de asfalto y su demarcación para habilitar algo que se parezca a una vereda?
¿Una vía de dignidad sobre la cual pasar en vez de encharcarse otra vez este próximo invierno?
¿Las sobras del progreso aunque sea?

Hoy la mejor aspiración de peatones y ciclistas debe ser que venga un próximo megaproyecto que privilegie una vez más al uso del automóvil y que, en una de esas, las autoridades y sus creativas consultoras se conmuevan en lo impresentable que sería que no hubiese vereda o ciclovía.

Eso es lo que vimos y vemos que seguirá siendo el modelo de desarrollo de MOP, Minvu y Serviu en el Maule.

Bajarse del auto puede ser un paso significativo para comenzar a empatizar con miles que van a pie y en bici

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