No podía creer lo inapropiada que era la elección de Sinatra mientras aquella música se desplegaba en ese acto solemne. Algo comenté, pero no desarrollé la idea en ese momento ya que es un tema sensible.
La muerte suele serlo.
Esto pasó hace algunos meses, mientras en el Cementerio se establecía el memorial de bebés estrella, “un espacio simbólico y de consuelo para las familias que enfrentaron pérdidas gestacionales, perinatales o neonatales”. Si este era el motivo para establecer un memorial, excedía los umbrales del desatino imaginable el elegir un tema donde Sinatra, precisamente, hace gala de cómo vivió intensa y extensamente todo lo vivido. En efecto, My Way. El problema no necesariamente era la trompeta, el solo de trompeta, o el trompetista, sino la elección del lugar común, en un momento particularmente emotivo y de sensibilidad para familiares con esperanza en aquel espacio de respetuoso recuerdo.
Recordé hoy esta invocación a Frank, luego de acercarme a las inmediaciones del Teatro Provincial, en día de cambio de mando de Los Fabulosos 15 (días) de don Leo al nuevo periodo del ahora alcalde Bordachar.
No lo entendí, hasta que lo vi en los monitores ubicados en el foyer, adaptado para quienes excedían al salón de los 500 en el teatro: era la musicalización del ingreso del alcalde electo camino a la testera extendida sobre el escenario, formación que se ha hecho costumbre en sesiones solemnes de este tipo.
Esto es una broma, pensé, frente a varios gozosos.
Tuve que preguntar si estaba pasando lo que estaba viendo que estaba pasando.
En efecto, hoy fue New York New York.
Disculpen la fomedad gris, pero no habría puesto otra música que no fuese el himno nacional y eventualmente alguna presentación intermedia. Bien por la previa de la Camerata Aguas Negras con Jean-Baptiste Lully y Georg Friedrich Händel, por cierto. A lo más sumaría el clásico de Chirigua. Mucho menos invocar otra vez a Sinatra y compartiré algunas razones.
La primera es por el público asistente, esos 500, en su mayoría tienen suficiente memoria para recordar el tema de entrada con el que en un PPP aparecía Cacho Escalona en el sketch de La Oficina del ochentero Jappening. No necesariamente es el punto más importante, claro.
Jactanciosa humorada, pero no para el primer día solemne, lo que nos lleva al segundo punto quizá políticamente más relevante: separar aguas.
Cuando la farandulización se apodera de lo público, terminamos lanzando chispas frías en cuentas públicas con barra desatada sobre el escenario bailando al son de Los Caligaris. Venimos de una semana de levantar el concepto de Figuretti, donde uno de los asuntos en cuestión sigue siendo la capacidad de generar fiestas versus dar mantenimiento a cuestiones esenciales de la vida diaria de la ciudad.
En este marco, una fome y gris solemnidad también funciona, ya que los 500 conocen el carisma de cada recién juramentado y, de paso, se toma la oportunidad de contrastar en el estilo, punto logrado por ejemplo al retornar al escudo de la ciudad como insignia en redes.
Finalmente, el tercero es acerca del modelo o analogía a adoptar. Han sido pocos los alcaldes con genealogía foránea, lo que da la oportunidad de elegir también un modelo de ciudad. ¿A quién nos queremos parecer?
Estamos en pleno despliegue de la matriz metropolitana santiaguina soñada en los ’90 por si no lo notamos.
¿Cuál podría ser en los siguientes años? Lo obvio, para el exalumno de Alianza Francesa habría sido entonces el guiño a París y no New York, por más hilarante que sea el juego de Curiyork. Por último que la producción elija algo del lado de allá del charco y no del de acá.
En tiempos donde una de las conversaciones abiertas en la cultura es acerca de la separación del artista versus sus obras, Sinatra aparece también confrontado en cuanto a sus vínculos y el apoyo en su carrera.
Acerca del discurso y otros temas del primer día, eso da para otro post.
These little town blues
Are melting away.
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