Media torta: el fin de una administración

La concejala Inés Nuñez de forma recurrente expuso en estos 4 años la importancia de instalar hitos de identidad en accesos de la ciudad con la palabra Curicó. Comprometió que, al finalizar, llevaría una torta para celebrar el hecho. Yo le sugeriría que lleve sólo la mitad, ya que en 4 años se logró activar sólo uno de los tantos ingresos existentes. Quizá deba ser menos de media torta, pero asumamos que al menos cubrir las dos vías de la autopista era lo esperable. Cuando Chimbarongo, Molina, Hualañé, Licantén y otra serie de comunas lo lograron previamente, entenderemos que el asunto no era de factibilidad técnica o presupuestaria. ¿Entonces, por qué recién a días del término del periodo se logró rasguñando el objetivo? Nos pasó desde las agrupaciones de ciclistas: dos años se demoró “la administración” en dar una vuelta en bici. No digo “administrador”, ya que llegado el momento delegó en su asistente el compromiso acordado frente a todo el concejo municipal, alcalde incluido, video disponible. Los pendientes de seguridad e infraestructura vial para ciclistas y peatones fueron tema todas las semanas de sesión y siguen abiertos. ¿Entonces, por qué recién luego de dos años se logra una acción que no requería ni siquiera presupuesto? Fue un contraste brutal aquella mañana cuando el candidato Bordachar cuestionó la compra del edificio en radio: el administrador saliente demoró minutos en actuar y sumando jefaturas para hacerlo.

Cuando las luces comienzan a enfocar al alcalde saliente Muñoz y al alcalde entrante Bordachar, en la levedad operativa, distante del escenario central, los administradores municipales, saliente y entrante, compartirán el estado real de situación de la ciudad. Porque… hay un estado real de situación para compartir, ¿no? Un detallado registro de pendientes con su descripción precisa, prioridad, riesgo, nivel de ejecución, presupuesto asignado, responsables y, por cierto, digitalizado y visible por todas las partes comprometidas para dar seguimiento y cumplimiento. Quiero sinceramente creer que existe, que existió y que fue central al momento de gestionar de forma profesional estos últimos 4, 8 ó 12 años y que estos últimos años (24 ó 12) no fueron solo una larga contingencia ad-hoc.
Puede haber aprehensiones acerca del nuevo administrador municipal -Marcelo Fernandez, exalcalde de Licantén- no obstante hay algo que no es posible de aprender en pre o posgrado: la visión y sensibilidad de alcalde es una habilidad escasa que, como es obvio, sólo se obtiene habiendo sido alcalde. Doble check si durante años conoció también como funcionario la administración municipal por dentro. ¿Cuánto impulso puede dar un administrador municipal competente a una gestión edilicia? ¿Cuán nefasto puede ser un administrador que no da pie con bola? Y la pregunta más relevante para lo que realmente importa: ¿cuán diferenciador puede ser un buen administrador para lograr una mejor ciudad?
Entiendo que para la concejala la palabra empeñada si importaba, pero si yo fuese ella, dudaría hasta en llevar la mitad torta.

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