Si nos enfocamos sólo en el sillón de la alcaldía, es cierto que en esta oportunidad la comarca no tuvo la primera mujer alcaldesa electa de su historia, aún cuando se cumple la definición de posibilidad de cambio abierta. Las dos candidaturas que categorizamos en la columna anterior como representantes de “lo sólido” –Morales y Ahumada– nos llevarían por caminos plenamente conocidos, de continuidad, directa o alternada, pero con más pasado que futuro. De Morales se constata luego de dos períodos municipales y de Ahumada, de la continuidad de la que no logró desmarcarse. Y claro, ambos casos demuestran que no es posible cambiar sin cambiar.
Es interesante que más allá del pasado RN del candidato Bordachar, la amplia cobertura y nivel de conocimiento licuó la solidez ideológica de los predichos, logrando apertura suficiente como para alcanzar la votación de quienes incluso debían adscribir a las dos candidaturas predefinidas a control remoto desde Santiago para Curicó. El dedazo. La militancia local –más allá de mis usuales quejas respecto de sus responsabilidades pendientes– reconozco que tiene plena claridad acerca de quién sí o quien no podría ser una candidatura competitiva. ¿Para qué hacer primarias si podemos elegir a distancia quién deberá ser el candidato, 200 km al Sur? En efecto, para evitar resultados como los del domingo. Rimando con esta tontería, a minutos del inicio de las celebraciones, el diputado que no consiguió reelegirse como alcalde –Hugo Rey– no pudo evitar dejarse seducir por llevar agua a su molino: este es un triunfo de la derecha, dijo, por más que eso impacte no solo en una eventual reelección de Bordachar o la propia, sino en la mismísima segunda vuelta donde Álvarez-Salamanca no logrará ganar si pretende limitarse a la visión del –ahora– locuaz diputado. Como Dios es guionista, al final el llanero no estuvo tan solitario, el mejor compañero tuvo el apoyo del curso y, parece no tener intención de ser diputado. Veremos si quienes levantaban los motes ahora visten capas de invisibilidad, si solo les acomodó ser el abusón del curso o si esta fue la previa a una diputación, tal como lo proyectaban.
En concejales también pasaron cosas. La más relevante es la histórica representación que alcanzó –por fin– la mitad de la población subrepresentada: las mujeres. Nunca habían logrado tal nivel en número ni porcentaje de representación, correspondiendo efectivamente al 50% de la mesa de concejalas y concejales. Partamos por mencionar que la más alta mayoría en votación de concejales en Curicó la vuelve a tener una mujer y que cada una de las cuatro ediles logró encabezar cada pacto al que pertenecen. Cheyre y Bravo volverán a tener un escaño y a ellas se suman Pilar Contardo y Constanza Pinto, la máxima votación con 5.806 preferencias. ¿Esto asegura algo? Lo evidente es que el tono que ya había cambiado, cambiará más. Cuando se haga el documental de concejalas de Curicó, las primeras –verdaderas llaneras solitarias– podrán dar sus crudos testimonios ante el usual panel de hombres. Podrá parecer poco relevante, pero también bajará el promedio de edad del concejo respecto del anterior, lo que esperaríamos se traduzca en visiones afines a este siglo, tanto en la gestión hacia la comunidad, como hacia dentro del municipio.
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