Necesitamos datos concretos acerca de la delincuencia en Curicó. Esa era una de las ideas que aparecieron en la mesa del Concejo Municipal en la pasada sesión, donde también participó -como invitado especial- el prefecto de Curicó, coronel Oscar Muñoz. No deja de ser interesante este pedido, ya que cuando tenemos una emoción -inseguridad, miedo, rabia u otra- esperaríamos que hubiera consistencia en hechos concretos, también en Curicó. Algunos días antes, el concejal Sanz planteaba que los datos mataban los relatos y, al menos según las cifras que están en la mesa, el problema más grave y mortal aquí no es la delincuencia. ¿Cómo así? Durante el año 2023 en la provincia, Curicó incluido, no ha debido lamentar muertos en esta categoría. Distingamos entonces en que es posible que una emoción nos inunde, sin necesidad de existir cifras que la avalen. El amor -así como el desamor- puede ser un romántico ejemplo de esto. Veamos: el 3 de enero en Doctor Osorio, el 21 de enero en Zapallar, el 25 de febrero en Ruta 5, el 8 de marzo camino a Los Niches o el 21 de abril en Ruta 5, son algunos de los días donde sí hubo muertes de hijos, padres, abuelos, vecinos, amigos, no en alguna tierra lejana, sino aquí. Este no es el listado completo de casos, claro está, ni tampoco tiene alcance regional. Es sólo Curicó, aquí, en este presente, local, con certificado de defunción formal, no sólo con una emoción. No sumo en este conteo, porque requiere una categoría distinta, a don Manuel, quien luego de ser atropellado y ante la plena conciencia del hecho por quien conducía, es dejado a su suerte luego de darse a la fuga, en la esquina de Freire con Yungay. También en ese autódromo, en el Paradero 8 de la Avenida Alessandri, una mujer de 36 años fue embestida por un vehículo que opta por seguir la práctica, dándose a la fuga y dejándola a su suerte. Pero no fueron los únicos casos. Porque en una caletera cercana, un ciclista debió soportar los palos que le dió un conductor de un sedán, quién sabe por qué. Algún motivo de peso tendría, considerando el ahínco con el que actuaba según se apreciaba en el video. También fue dejado a su suerte. Tenemos otras finezas, como la de aquel colectivero que luego de no aceptar la parada de un adulto mayor y ante el manotazo en el frágil chasis del indefenso vehículo, reacciona también a lumazos lesionándolo en su cabeza. Suma y sigue. Entendido el punto, quizá debamos llegar a un acuerdo. O comenzamos a categorizar a los responsables como delincuentes, o ampliamos el concepto de “seguridad” también a lo vial.
Insistimos en que debemos dejar de llamar a estos siniestros viales como “accidentes”. Si llega a haber 1 muerto por uno de esos caballos del lote que a diario recorre a sus anchas las calles, luego de aparecer el tema en varias sesiones de concejo y publicaciones por todos los medios advirtiendo esto, ¿lo que allí pase seguirá siendo “accidental”? ¿El que hace suya Doctor Osorio, Freire, Alessandri, Circunvalación, cuando mate a alguien será considerado como un delincuente? También, como en la ruleta de Sábado Gigante, será sólo cuestión del azar o ¿en este caso estamos jugando con los dados cargados?
Haremos explícita una idea que subyace a todo esto: hay más riesgo de morir en las calles y más muertos por siniestros viales que por la delincuencia. ¿Qué nos pasa con esto? Como apropiadamente decía un concejal, los datos matan el relato y los datos provinciales y comunales están allí. Uno de ellos es que llevamos cero ciclistas muertos en Curicó. Pero Mayo, según nuestros datos, tiene una probabilidad de un 50,0% de cambiar esto. Es la segunda probabilidad más alta de muerte, sólo superada por diciembre, donde ese riesgo llega al 66,7%. ¿Qué medidas concretas y acuerdos nacionales o locales se están tomando para detener este flagelo?
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