La bicicleta como parte de la solución VII: Autos voladores

La realidad supera la ficción y hasta la ciencia ficción. Imagino que la camioneta que voló por los aires y dejó dos muertos en la capital, reabrirá la conversación acerca de la prudencia en la conducción. Esto, en Curicó, no es novedoso: con varios automóviles que terminan impactando casas, postes, o bien en canales, puentes y campos, la única diferencia con esa camioneta, es que en la mayoría de las ocasiones  la grabación de video no existe. Que decir de Maquehua y la J-60, puntos rojos, o mejor dicho ya “negros”, como rutas de muerte.

Volviendo a la escena capitalina, por simple inspección se aprecia que la definición pública fue hacer una vía lo más expedita posible, siendo parte de un trayecto diario para miles en automóvil. Esto requirió invertir en segregar todo lo posible, incluyendo por cierto, sacar a peatones y ciclistas de la vía. Así, la invitación es clara.
Sinceremos el asunto: si quienes conducimos vehículos -yo también lo hago- nos comprometemos con bajar la velocidad, no tendríamos que lamentar muertes de ciclistas o peatones, sea cual sea la condición en la que se desplacen, incluso cuando incumplan alguna ley. Sencillamente no podemos andar asesinando ciclistas o peatones por que no cumplan alguna ley o porque íbamos volando.

Las ciudades y sectores urbanos, según las iniciativas de movilidad de Naciones Unidad y la Unión Europea, deberían asumirse como zonas donde lo que prime sea una velocidad que permita frenar a tiempo, mantener el flujo, lograr reacción de peatones y ciclistas y por cierto su seguridad. La velocidad que definen es de 30 km/h. Curicó ya cuenta con vías urbanas y algunas rurales que definen los 30km/h como velocidad máxima. Merced por ejemplo desde la Alameda a la Plaza es un ejemplo de esto: por primera vez se logró -al menos de forma nominal- securizar el flujo de ciclos hasta la plaza de la ciudad que se dice ciclista, por más que los vehículos insistan en rebasar ese límite establecido. Ésta es una alternativa a segregar, separar, dividir, sacar, a ciclistas y peatones, para seguir haciendo el juego a los vehículos, consumiendo ese muy escaso recurso que es el espacio público. ¿Qué porcentaje del espacio público asignamos a los vehículos?. ¿Seguiremos privilegiando a las máquinas?.

Una concejala hace poco, alertaba en sesión de concejo acerca de la necesidad de definir una vía para bicicletas en Avenida España. El flujo vehicular allí es intenso, grandes volúmenes, velocidad alta, vías angostas e intensamente usadas por ciclistas. Proponía que una de las veredas fuese habilitada como ciclovía. Si como ciudad nos comprometemos y adherimos a esta normativa civilizatoria -la de definir esta vía con límite de velocidad de 30km/h- lograremos resolver de forma satisfactoria este dilema sin que el costo deban pagarlo nuevamente los peatones. De paso, generaríamos las condiciones para que los padres confíen en que sus hijos podrán ir al colegio en bicicleta de forma segura, evitando, por ejemplo, el flujo innecesario de cientos de vehículos AM en el sector. Este cambio de prácticas es posible, si se generan los incentivos y seguridades de volver con vida a casa. ¿Nos interesa realmente? Es una de las tantas definiciones que pateamos una y otra vez, donde la única duda acerca de su implementación es cuándo sucederá.

El Manifiesto Futurista de Marinetti, publicado a inicios del siglo XX, propone a la velocidad como eje fundamental del vivir en ese nuevo siglo. Aficionado a ella, terminó en una zanja con su flamante vehículo, tratando de adelantar a un par de ciclistas. Hemos oído ya muchas veces el mismo cuento de “no alcance a frenar”, justificando muertes aquí, no en Santiago. Y claro, cuando un automóvil logra volar en el aire, malamente podrá tener alguna capacidad de maniobra. No nos interesan estos autos voladores.
Quizá más que segregar el camino sea integrar; más que seguir en la Fórmula 1 urbana, sea más empático bajar un par de cambios y evitar que las calles se sigan tiñendo de sangre. ¿Nos interesa realmente? Veremos.

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