Este post se trata acerca de una columna, pero vinculada a otra columna que apareció en el Maule. La semana pasada hubo un intenso despliegue para evitar la aprobación de la posibilidad de retiro del 10% de la AFP. Todos bailando, ministros y hasta gobernadores, la bajada comunicacional parecía ser solo una: posicionar en redes lo nefasto del proyecto y ese tinte de irresponsabilidad de quien osara aprobar ese 8 de julio en general la “idea de legislar”.
Me sorprendió ver que en el caso del Maule, el vocero para la región –“Seremi de Gobierno”– se recetó enviar columna el sábado 11 de julio con la potencia que le da su cargo y correo. Esto, previo a la votación en particular del 15 de julio. No es la columna del ciudadano Guzmán: es la carta del vocero de gobierno para la región, en este caso, acerca del *flagelo* del populismo.
Ignorando la anti-publicidad indirecta al proyecto de ley específico, a mi juicio raya en lo ofensivo no solo por su participación y difusión en entrega de bonos y cajas, sino por el momento particularmente crítico para familias en una región que siempre pelea el Top-1 en pobreza nacional. ¿A qué punto? Al de ver días más tarde al novel ministro de Bienes Nacionales dando su bendición para un nuevo A.P.R., si: agua, pobreza nivel agua.
La carta del “populismo”, se va convirtiendo en el comodín para denominar cualquier acción de apoyo. Pero en pleno y supuesto “libre mercado” y bajo el límite infranqueable del Derecho de Propiedad, quepa recordar que ese 10% no es ningún donativo, sino un fondo más dentro de las diversas cuentas que pueda tener cada trabajador, tal como la de Seguro de Cesantía y que fue la primera palanca liberada para que el trabajador lograra batirse con sus propias uñas.
¿Qué pasará cuando haya despido al volver y no quede saldo?, parece ser irrelevante.
En todo caso, como expongo a continuación, sólo 300 mil personas podrían eventualmente hacer retiro de una cuenta, dado que esa es la cantidad de afiliados para una región de 1 millón de habitantes. El punto está claro y pareciera que el trabajador y su muchas veces precario 10% es lo de menos frente al encatrado de muchos 10%s por sostener en Sanhattan.
El populismo pasa a ser una denominación más con la que podríamos incluso denominar cuestiones mínimas para un sistema que se dice democrático, como por ejemplo las iniciativas ciudadanas de ley. Aunque claro, podríamos aplicar el criterio sugerido por el vocero para cada regalo de bingo, cada juego de camisetas, cada pack de lentes, cada asfalto, cada cancha techada, cada acción realizada por algún representante en alguno de los niveles, incluyendo a los que reprocha ¿o eso en el Maule no pasa?. Por cierto, no dice de qué forma persuade el poder ejecutivo -del que es parte- al poder legislativo en una república que dice que tiene separación de poderes. Claro, pork-barrel le llaman en otras latitudes (barril de chancho, concepto bien expresivo).
Otro punto importante que considero al menos impreciso, es el de la “adopción” de políticas públicas y el “sueño regional”. ¿Estamos claros que las políticas públicas se definen en la capital del reyno y con excel abierto, no?. Esto está íntimamente ligado con el sueño y la capacidad de lograr miradas de largo plazo que pide el vocero, donde lo único que parece importar es Santiago.
¿Dónde está el aeropuerto? ¿dónde está el puerto? ¿dónde la vinculación transnacional? ¿el desarrollo costero? ¿siquiera el uptime de energía eléctrica en la costa? Cada sueño maulino, aún teniendo senadores y diputados en las comisiones de hacienda que de forma huasamaca prefirieron regalar cuchuflís, que se quedó en eso: soñar con una región cuyo destino parece estar marcado. Quizá sea tiempo de sincerar que las seremías no son más que un parlante que repite lo que Santiago manda, mientras un gobierno regional intenta ejecutar presupuesto sentado en una mesa de poker (si, incluyeron hasta las cajas en esa mesa).
Dado lo anterior, comparto acá esta columna, quizá a modo de respuesta ante la osadía, indolencia, impresición, llamada Vocería Desconectada, para Diario La Prensa, de sábado 18 de julio.
“Cuando el Seremi de Gobierno de la Región del Maule argumenta en contra del populismo, con ocasión de la aprobación del retiro del 10%, abre un sugerente conjunto de interrogantes. Me parece que, desde lo legislativo, la primera es acerca del rol jugado por “la inmensa mayoría” de los congresistas maulinos que aprobaron este proyecto, por cierto, incluyendo los de su propio sector. Quizá pudo llamarles por teléfono para compartir estas perspectivas. Populistas cercanos, diríamos, bajo su esquema. Pero puede haber otros más cercanos aún. Cuando sus colegas bajan cajas y las distribuyen en comunidades -convirtiéndose en los estafetas más caros del Estado junto a los ministros cargadores, por cierto- podremos interpretarlo también como populismo bajo su prisma. Así, escalando, llegaremos a que la máxima autoridad de la República, que aprueba una segunda versión de entrega de cajas, también lo sería: cero sentido de largo plazo, mínimo nivel de igualdad de oportunidades, dos factores centrales según nos dice en su columna. Osada propuesta de parte de un seremi y vocero.
Entiendo que el vocero no vió populismo en esto, sino no habría participado de las actividades de entrega de esas cajas como lo ha hecho. Qué decir de la entrega de bonos, medida siempre criticada en gobiernos anteriores.
Pero hay otra propuesta aún más osada en su relato: la de inventarse enemigos imaginarios, implacables y poderosos, máxime, cuando se representa a la vocería gubernamental en la región. No reflexiona el vocero, acerca de porqué cabría en la mente de un diputado maulino de su sector aprobar un proyecto como el ya mencionado. ¿Será por una mayor sensibilidad de los diputados regionales frente a las usuales carencias a las que ahora se ha sumado la pandemia (en una de las regiones más pobres de Chile) frente a ministros cota mil? Quizá la entrega de ese 10% -que nos dicen que es de cada afiliado- sea vista por los diputados como alternativa razonable frente a un gobierno que nunca termina de dar una última propuesta y que se esmera más en aplicar su modelo de negociación y dogmas para ganar tiempo, que en entregar una solución efectiva.
No traigamos la campaña del terror al Maule, vocero. Si es por levantar enemigos poderosos para atacar, en esta región, el primero de ellos debería ser la pobreza. De concretarse el proyecto y ser ley luego de largas semanas, ese 10% sería opción solo para 300 mil cotizantes en una región de 1 millón de habitantes. ¿Qué sugiere para los 700 mil restantes?. Solo 300 mil cotizantes, dada la fragilidad laboral, precariedad y necesidad de sobrevivencia diaria, podrían llegar a tomar la oferta que ejemplificó como populista. Otro indicador más de pobreza maulina.
Vienen tiempos duros para el Maule. Al menos un diputado ya sinceró que su votación “puede haber tenido algo que ver” con la designación de un intendente que demoró un mes en plena pandemia. Ya se están sincerando más muertes y posiblemente se siga expandiendo el número ante la negativa a aplicar cuarentenas. La región ya pobre seguirá empobreciéndose en un desempleo galopante y todo esto frente a un centralismo que nuevamente privilegiará Santiago frente al silencio de sus representantes regionales. ¿Alguna “política pública” por definir desde el Maule ante esto? Hay una bastante clara y concreta: nuevamente la comunidad apoyando solidariamente a través de ollas comunes en las cuatro provincias, una práctica siempre vigente en el Maule ante una institucionalidad impotente. Ojalá esta forma de sobrevivencia no sea considerada por el responsable vocero también como populismo, mientras logra conectarse.”
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