Uno de los tantos rebotes del 68, fue lo cristalizado en esa frase de Carol Hanisch: los problemas personales son políticos, o su popularización como “lo personal es político”. Quizá la antítesis de quienes se dicen apolíticos. Miles de Kilómetros al sur, en Chile, la política, esa que por acá se escribe con mayúscula que intenta verse como republicana y magnánima, hacía agua. La política no dio el ancho, no contuvo, no procesó el cambio. Y hablamos de vejetes de años, reelectos hasta la saciedad en un poder casi divino. Los militares actuando como militares, se creyeron lo de la guerra y ya toda la seguidilla de informes de una supuesta reconciliación detallan todo.
¿Era político el asunto? Vaya que lo era.
Por el maule, solemos ser bien ladinos con esto. El huaserío, lento para educarse y rápido para persignarse, pretende hacer cómo si aquí nunca hubiera pasado nada; como si no hubiese sido central en esto, por acción y por omisión. El naranjazo, la reforma, la hacienda y todos sus ecos fueron abriéndose en una onda que reverbera hasta hoy.
“Tu no lo viviste”, es la primera respuesta. Como si los que aún no han visto a dios, tuvieran que dejar de hablar de él. El recuerdo incomoda, pero en un punto tienen razón: hago trampa interpretando con ojos de siglo XXI lo más rancio del siglo XX.
¿Qué pasa hoy?
“Esto no es político”. Eso parecen decirnos los tres irrelevantes representantes maulinos, al inicio de lo que serán sus quince minutos de fama, luego de la elección de los comisionados para evaluar la acusación contra la ministra cubillos. Tres maulinos electos. Es que ahora si funcionaron las tómbolas, hoy sí que el azar es valioso y reconocido como método de selección válido por quienes se encargaron de hacernos ver lo contrario, de la mano de la misma ministra on tour. La tómbola ya no es una forma diabólica e injusta de definir quién puede y quien no puede acceder a algo. Al poder de decisión en este caso.
Aquí, ya no es relevante el mérito, como si fue exigido para estudiantes. Esto no es político. Es más, será incluso objetivo. Se esforzó en salir a decirlo el diputado Hugo rey. Esta doble mentira, que esto es apolítico y que esto será objetivo, se expone luego de señalar en medios que la ministra ha actuado completamente apegada a la ley. Sabiendo esto previo al análisis, tomará su decisión. Otro curicano reflotó hace un tiempo la máxima que dice: somos tontos hasta las 12.
Como suele pasar en el teatro, ese otro lugar de representación, habrá escenas de golpes, de apoyos, risas y llantos, para una obra que desde el inicio tiene su final conocido. El titanic al final se hunde. Jesús al final termina en la cruz pero vive. El jovencito al final no puede morir. Fue el mayordomo al final.
¿Imaginan que la casta política actual tuviera que enfrentar un desaguisado como el de los 70?
Esto es político. La objetividad no existe. La política no funcionó en los 70. Actualmente tampoco está funcionando y peor, no castigamos esa generación incompetente, menos a los cómplices pasivos, que también abundan en esta región.
Reflexionando acerca de qué responsabilidad me cabe en esto, creo que primero la de no dejar pasar la agresión a los y las ciudadanas, la de tratarnos como un lote de pendejos que no vemos que la cocina está ahí, frente a nosotros, dispuesta a funcionar cuando sea necesario. Dudáis?
Esta semana, la gobernadora la sintió en carne propia. Esos inofensivos, apolíticos y objetivos echaron a andar la cocina. A la brutanteque, pero cocinando como podían. Es que se vienen las elecciones y la máquina debe estar aceitada. No podemos tener un “no” como respuesta. Todo muy apolítico, todo muy objetivo.
Las victorias nunca son definitivas. Las derrotas tampoco. Veamos cómo nos siguen sorprendiendo hoy, pero vamos viendo que haremos para no ser nosotros los que pasemos a ser el menú de la cocina mañana. Quizá la clave esté por allá por la antigua Grecia, en votar y cambiar el mundo con una línea de 1 centímetro, como Chile supo hacerlo en el pasado.
Cuando alguien le diga que es apolítico y objetivo, sospeche.
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