Los últimos hechos relacionados con la concesión de parquímetros, han reflotado una antigua discusión. ¿Cuál debe ser el objetivo del cobro de parquímetros? Quizá el objetivo de hoy sea distinto al que tuvo en ese pasado de boletas de papel a mano. La evolución del objetivo de obtener recursos y evitar que se consolidaran los dueños de la calle -al dejar el auto todo el día- pasó hoy a ser una imperiosa necesidad de desincentivar el acceso al centro de la ciudad. El problema con este método es que segrega por ingresos, así, quien tenga los $100, $1.000 o $10.000 seguirá pagando lo que se le pida y estacionando igual. Podremos constatar de forma empírica este hecho, cuando se inicie el cobro de estacionamientos en el Mall.
En su momento y bajo un contrato en curso, debió compensarse a la empresa para una obra tan relevante como dar flujo a toda la calle Argomedo. Por nuestra definición como ciudad, totalmente razonable y necesaria, terminamos compensando a la empresa dado el cambio de condiciones y, por lo mismo, cambio en estimaciones de ingresos. Pues bien, es tiempo de hacer ahora los cambios pendientes: eliminar estacionamientos, por ejemplo, en la intersección de Peña antes y después de Camilo Henríquez, extender zona de pago de parquímetros al Barrio Norte y Sur -ante la nula fiscalización a todos los veredistas- y una consideración relevante que detallaré a continuación.
Las bicicletas son parte de la solución y el municipio junto a sus autoridades deberían comprometerse con este hecho, fomentándolo. Si bien está en curso un plan para sumar bicicleteros, esta situación temporal que dará algunos meses de administración municipal de parquímetros, debería servir también para habilitar espacios especialmente definidos para ciclistas urbanos, en bicicleteros ubicados en la calle. Esto, para poder estacionar de forma segura cada bicicleta sin interferir con espacios de vereda, que deberían mantenerse para peatones. Es sencillo, por cada cuadra céntrica y en cada dependencia pública, una zona demarcada para quien necesite dejar su bicicleta. Adelanto previo a las dudas, que el largo de una bicicleta es bastante menor al ancho de un automóvil.
Este es el momento de hacerlo, de comprometerse institucionalmente con una de las vías de solución. Los árboles, postes y basureros deben soportar esa carencia de espacios de estacionamiento para bicicletas y, como no están pensados con ese objetivo, interfieren también en el flujo de peatones.
¿Nos hace sentido que 10 o más ciclistas puedan aportar a descongestionar y descontaminar la ciudad, frente a ese único auto estacionado que, incluso, puede que lleve a lo más a una persona? ¿Podrán dejar sus bicicletas con seguridad, quienes deban ir al centro de la ciudad?
¿Podremos salir de la matriz de pensamiento que una y otra vez privilegia al automóvil, parte fundamental del problema?
No se puede cambiar sin cambiar. Si no tomamos acciones personales de cambio de prácticas, la crisis vehicular no se detendrá. Podremos llenar de semáforos y lomos de toro, cambiar sentido histórico de calles incluso, pero no lograremos impactos reales si no damos el primer o primeros pasos hacia una zona de solución.
(11)