Tal como en la película El Día de la Marmota, abrí el diario y vi que otra vez el exconcejal Luis Rojas aparece convencido de que la Restricción Vehicular es “la solución” al problema del caos vial matinal y vespertino. Sin duda el problema debemos -notar el mos- abordarlo y sin duda todos anhelamos que sea fácil, rápido y barato. Así, ¿hay algo mejor que una restricción?: tomamos una decisión, gastamos un par de hojas de oficio para declararla, un poco de tinta de timbres y ya está, asunto solucionado. ¿Suena sexy, no?.
Según lo que leí, esta visión del exconcejal ya estaría en la bandeja de entrada del Intendente. La Tierra no es plana, aunque nuestro sentido común, basado en percepción, lo pueda llegar a creer. La pena de muerte demostró que no bajaba la delincuencia, a pesar de lo que decía el sentido común. Uno, basado en su sentido común, llegó a pensar que el ser rubio sería causal de ser únicos en el mundo. Hitler creo que se llamaba el caballero.
¿Es suficiente el sentido común?
La restricción no reemplazará un set de medidas que se vienen aplazando por el costo político que nadie quiere asumir, periodos que incluyen por cierto el del propio exconcejal. La restricción en Santiago, por ejemplo, se origina por contaminación y no por congestión como es su deseo. Por ello otras medidas tomadas en la capital -como corredores para buses- tienen foco específico en mejorar los tiempos de transporte de las personas. Y llegamos al punto: nos importa que las personas lleguen antes a donde desean ir o nos interesa que los autos puedan hacerlo. Veamos que son dos temas distintos y la persistente propuesta, nuevamente, pone al auto en el centro y no a las personas. ¿Esta será una ciudad para autos o para personas?. En todas sus decisiones las autoridades -incluyendo al exconcejal- han mostrado un evidente sesgo proauto y que nos ha llevado hasta aquí. ¿Nos alegrará superar la cantidad de permisos de circulación vendidos?¿Cuál es el deseo profundo?. Hay un deseo intuitivo de que mientras haya menos autos yo, si yo, podré andar feliz por la ciudad en mi camioneta y sin esos tacos incómodos. Esto es parte central de la escena, querer creer que otro debe hacerse cargo del problema y que yo no tengo capacidad de acción.
¿Todo está en manos de las autoridades?
Es parte del camino simple: que otro se haga cargo.
Además de ser evidente el problema, la solución también lo es: con menos autos esto no pasaría, de hecho históricamente no pasó. El asunto es que para poder llegar ahí, a un espacio de solución, el camino es un poco más complejo que el que desearía la responsable exautoridad. Como ciudadanos y ciudadanas podemos contribuir significativamente en la solución, pero para esto hay que estar dispuesto a cambiar de hábitos, algo que en un territorio notablemente más chico que Santiago, si es posible y practicable. No estoy especulando, lo afirmo porque cientas y quizá miles de personas lo hacen hoy en Curicó, desplazándose diariamente a pie o en bicicleta por ejemplo.
¿Qué hacemos por esas personas que aportan con su acción diaria a la solución?, ¿algún cariño especial para motivarlos y motivar a que se sumen otros?, ¿qué incentivos estamos entregando para dejar el auto en casa?, ¿una restricción qué incentivos genera?.
La única restricción efectiva será la restricción autoimpuesta por un cambio de hábito que valore lo saludable, la convivencia, el mirarse a la cara y ser parte de una comunidad: la autorestricción.
Espero que el exconcejal encabece esta propuesta y ojalá la envíe al Señor Intendente.
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