Acerca de la polémica o no de Óscar Contardo en Twitter y la reacción de Sebastián Edwards a través de su columna “Los cobardes y el internet” donde aborda el asunto.
Comenzaré por los disclaimers, advices, warnings or whareva. Desconozco como los diarios online -esa primera forma no tradicional de los medios en este mundo cibernético como diría La Cuarta- eligen a sus columnistas o de cómo se deviene en experto en ese mundo lo que, en la analogía, sería algo así como un selecto bar donde solo los escogidos por el dueño del bar pueden ingresar. Ni Edwards ni Contardo son el problema en este punto, por cierto, ambos con credenciales de sobra. Si bien parece que el anonimato no aplique en este tipo de bar -conocemos las caras, identidades y tal- la regla de la distancia sigue estando allí, del mismo modo en que un político puede decir lo que le plazca sin mayor problema, dicho de otro modo, aún sin anonimato, ese espacio queda sin cubrir (una pantalla, móviles de TV, kilómetros de cable, etc). Hemos visto columnas vomitivas, ofensivas y aún sin anonimato, lo que no deja mejor parados a quienes las escriben. Punto para los borrachos de otros bares menos selectos, cuando uno de los temas de fondo es la capacidad de “entrar” al bar como veremos luego.
El segundo disclaimer, es acerca de los periodistas y la noticia. Una premisa cliché dentro del mundo del periodismo -según lo que he visto luego de largas horas de adentrarme en el mundillo y haber llegado a participar y crear un par de medios- es que el periodista no debe ser la noticia. El momento más burdo de esto son las entrevistas alternadas entre periodistas en eventos internacionales -mundiales, olimpiadas, etc.- para preguntarle al colega acerca de qué opina. En este caso, el problema no es del periodista sino del economista.
El tercer disclaimer, es que soy de Curicó y empatizo no sólo desde la “geografía” sino también desde el contexto. He interactuado con Óscar sólo una vez de forma presencial, de hecho, para una presentación de sus libros organizada por la Corporación Cultural “La Cantera” en el Centro de Extensión de la Universidad de Talca (mayo de 2014), lo que desde luego también permitió de forma implícita quizá, dar un reconocimiento al trabajo de un curicano en una agrópolis poco dada a reconocer algo más allá de los amigotes del club de turno, de escritores escasos y poco dados a escribir y más dados a compendiar o algo más allá de selectos representantes de alguna colonia.
Sumo en este punto, que he tenido la oportunidad de leer libros de Óscar y entiendo por qué no deberían faltarle los poco-amigos o de plano algunos lugares en donde ya esté vetado. En siútico vi a Curicó personificado, pero también a Chile entregando un espejo en el que varios no se querrían ver o de plano preferirían romper.
Lo he visto también escribiendo en Twitter y he ido viendo desde donde escribe y he ido conociendo el tono que no siempre es obvio sobre todo en algunas ironías que a veces exceden la sutileza. Por lo mismo, no me parece extraño.
Algunos querrán patear a Óscar -de forma metafórica o concreta- esto va a seguir siendo así y estoy seguro de que lo tiene claro. Escritores sin su éxito relativo, algunos personajes que aparecen retratados en sus libros, quienes tengan aún rollo con las opciones sexuales de los demás, los que no acepten el origen regional, entre otro lote importante antorcha en mano.
Empatizo desde esa vereda y por lo mismo le expuse mi apoyo hace un rato, haciendo mención a mi discrepancia a la columna de Edwards. Aunque ya con el cuero duro que debe haber ido formando por temas más controversiales que este, intuyo que lo está manejando sin mayor problema.
Ahora bien, volvamos al bar expuesto por Sebastián Edwards en Los Cobardes y el internet. Antes que todo, iré a la fuente del Bar, vale decir, a las palabras de Umberto Eco durante la entrega de su Honoris Causa en Torino, previo a Javier Marías.
“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas (…) La televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de internet es que ha promocionado al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”
— Umberto Eco
Estamos en una parte donde aún la película no se devela completamente, vale decir, no sabemos en qué terminará esto. Lo digo ya que si mal no recuerdo el origen de la militancia y conformación de partidos políticos como tales, emerge desde cafés que concentraban y definían en cierta medida la opinión pública, máxime cuando las ciudades en donde se tomaban decisiones de países eran pequeñas. De un café a un bar, hay poco trecho. De alcohol a un congreso, tampoco hay tanto trecho, así que la analogía cabe seguir analizándola.
Ahora bien, sabemos que una de las competencias (skills) importantes en plena sociedad de la información y del conocimiento es saber distinguir entre la paja y el trigo. En eso que llaman infoxicación, es importante saber distinguir entre a menos dos tipos de alcoholizados: el jugoso que anda odiando versus el que realmente logra tener una interpretación lúcida. Más aún, tener la capacidad de distinguir entre dos bares y saber si alguien está realmente borracho o no. Ahora, por cierto que hay bastantes más perfiles en el bar y que son también importantes de distinguir, pero me importa sobre todo llegar a la motivación que pueden tener ambos escritores que usan la analogía (Eco y Marías), que tal como James Bond, están en un punto en donde imagino que ven que su Guerra Fría va acabando.
No entiendo por qué, pero James Bond, a pesar de quedarse sin su Guerra Fría sigue siendo James Bond, vale decir, no entiendo por qué debería preocuparle el tema al menos a don Umberto, de referencia notable, editado por cada trabajo en más de una edición, en múltiples lenguajes, etcétera. Si hay un punto por el que debería de preocuparle, es el de la educación o entrenamiento de los nuevos lectores, por cierto, debiendo reconocer primero que en mayor o menor medida en el soporte papel este problema también existió o mejor dicho existe. Hay una serie de autores que nunca sabremos cómo llegaron a ser editados, vale decir, que tendrían referencia similar a la del borracho que logró permear -en palabras de Eco- pero que al parecer antes no se reconocía. O por conexiones aceitadas, por dinero, o por encargo, libros por montón pasaron todo control racional, teniendo su lugar en bibliotecas y librerías. Un buen lugar para comenzar a buscar, es la Biblioteca de la Corporación Cultural en Curicó y desde luego en las “donaciones” a escuelas en Chile. Pero la industria del libro no se queda atrás y ellos mismos, con el objetivo de vender, prestan su infraestructura al galán de moda, participantes de reallities, deportistas y otros perfiles que, como diría una amiga periodista, no saben escribir ni p*** en la pared. Casi como pagarle a alguien para que entre al bar para luego alcoholizarlo.
Efectivamente las redes sociales o mejor dicho, la masificación de acceso a la generación de contenidos eliminando barreras clásicas (costo de publicación, cadenas de comercialización, etc.), ha permitido una especie de big-bang en cuanto a producción de contenidos. También ha permitido “probar” ciertos contenidos y de algún modo asegurar la propia comercialización en soportes clásicos (se me ocurren por ejemplo las publicaciones de Alberto Montt y MalaImagen) y, por último, la expresión para quienes no serán publicados en otros medios pero tienen interés en exponer algunas ideas (ejemplo, este humilde blog). ¿Habrá mierda? por montones, pero como en todo “mercado” -puesto en términos de economista- será el “cliente” quien defina lo que tiene interés de lo que no, por cierto existiendo también el problema del supermercado: el espejismo de creer que lo que nos venden es lo que existe o que es lo mejor, lo que generalmente es falso.
Ojalá más se sumen, aunque periodistas, escritores y demases no estén de acuerdo.
En resumen, luego de leer la columna de Edwards, veo más bien un problema de falta de tema para la semana y una suerte de oportunidad para dar el caballazo a las tropas de trolleo que efectivamente existen y lo han trolleado a él también, pero para las cuales quienes tienen relativa figuración pública deberían estar preparados. Pero toda esta escalada me parece que ha sido innecesaria. A propósito de bares, apostaría a que más de un borracho debió abordar a Umberto Eco y él, debió haberlo manejado apropiadamente. Los trolls han existido desde tiempos inmemoriales -con otro nombres- existen y seguirán existiendo. De hecho, para algunos incluso Edwards y Contardo pueden formar parte del equipo según la perspectiva sobre todo conservadora nacional.
Ahora, si: preocupémonos por la educación de quienes no tienen el entrenamiento para distinguir la paja del trigo y que existían de antes de internet. Los flojonazos no leyeron lo que seguía diciendo Eco, “Los profesores deben enseñar a los niños a utilizar los sitios para hacer temas. Saber copiar es una virtud, pero hay que comparar información para saber si son confiables o no”.
Entrenemos en leer y en oír más de una vez, para también ir un paso más allá de sólo distinguir y aprender a discutir sin dañar la integridad del otro, sino, estaremos a un paso de Contreras. Fuimos ideológicamente entrenados para intentar tener la razón siempre, para ganar el gallito y, en especial en Chile, para desconfiar del otro y tener la violencia como opción siempre a mano. Ya sabe usted, por la razón…
Acerca de la foto
La obra Nighthawks de Edward Hopper, muestra algo que si bien es una Fuente de Soda, es aprovechado por un anónimo hombre para poner malicia en su malteada. Mientras se emborracha, vocifera pero no es tomado en cuenta por los demás. El autor nunca quiso reconocerlo.
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