Chuquicamata copper mine in 2007, por 天然ガス

A horas de los resultados de la PSU: ¿por qué Ingeniería en Minas tiene ese nivel de ingreso?

El que hoy podamos afirmar que ingeniería en minas, odontología, medicina u otras tiene altos ingresos, se debe a que de un tiempo a esta parte existen datos para hacer tal afirmación. No es obvio, pero hace algunos años -menos de 10- la información y calidad de ella no existía y la intuición de que carreras como medicina tenían altos ingresos se quedaba solo en eso: intuición.

Luego de la creación del Sistema de Información de Educación Superior (SIES), dependiente de la División de Educación del Ministerio de Educación –vale decir entidad estatal que no depende de un CFT, IP, Universidad- comienzan a aparecer datos realmente confiables, por cierto, en colaboración con las instituciones. Anterior a esto, la captura de datos se basaba en la disposición y buena fe de las instituciones que simplemente podían reportar los datos agregados que les parecieran más adecuados. Algunas lo hacían muy bien, otras más o menos, unas mal y otras de plano se negaban a hacerlo hasta hace poco. Es importante esto, para entender los datos de educación superior, uno de los cuales es el ingreso y que motiva el título de esto.

La creación del SIES en 2006, es la piedra angular para entregar puntos de apoyo al momento de hablar de educación superior, ya dentro del espacio de los datos y no desde las especulaciones o creencias populares. Dos de estos datos son la Empleabilidad y los Ingresos. Estos datos, se obtienen por primera vez en 2007 luego de contar por primera vez con la calidad de datos individualizados de titulados y su posterior cruce con datos del Servicio de Impuestos Internos. Esto fue inédito en Chile y por lo mismo, dio un cariz distinto a información que usualmente se basaba en encuestas y datos estadísticamente discutibles (base de datos de usuarios de portales de empleo, sondeos de colegios profesionales, etc.). Hoy en día estos datos y los datos en general de educación superior en Chile están publicados en el portal mifuturo.cl mantenido por el SIES.

Ahora, a pesar de lo inédito de ambos datos -empleabilidad e ingresos- y de ser uno de los pocos países que es capaz de obtenerlo, el dato no es totalmente correcto aunque si lo es en general. Por ejemplo, un ingeniero que optó por ser violinista o peluquero y que tiene ingresos de violinista o peluquero -por más altos o bajos que sean-, independiente de su título profesional, tendrá asociado ese ingreso en SII y no necesariamente el de ingeniero. Peor aún si no da boletas y no aparece en SII. Si bien esto agrega cierta distorsión, aun así es el mejor dato posible hoy en Chile. En los grandes números, esta data entrega respuestas sin parangón en la historia de los datos de educación superior del país. Puede que suene a exageración pero no lo es, tuve el honor de trabajar en SIES durante algunos años, lo que además de entregarme una panorámica para hacer la afirmación anterior, me dio la oportunidad de vincularme en terreno con quienes decidían, recién saliendo de la adolescencia, su futuro y que también nutre los comentarios siguientes.

La respuesta
Ahora que tenemos un poco más de contexto acerca de cómo aparece el dato que sustenta el título de esta columna, respondamos la pregunta: ¿por qué Ingeniería en Minas tiene ese nivel de ingresos?

Para hacer una respuesta más general, se deben considerar que mientras más titulados existan por lo general baja el nivel de salario. A la inversa, la escasez de profesionales en un rubro puede hacer que los salarios aumenten. En base a esto se afirma que algunas “carreras saturadas” deberían cerrar, aunque esto siempre depende de la sacrosanta autonomía. Esto es una pequeña parte de la respuesta.

Cuando “el mercado” paga, no lo hace a modo de regalo ni mucho menos, simplemente compensa condiciones que otros empleos no tienen además de la propia labor del profesional. En el caso de Ingeniería en Minas, subsana condiciones como posibles cambio de ciudad para internarse en campamentos mineros o estructuras de turnos que cambian el estilo de vida de quienes los realizan. En el caso de Medicina u otras carreras de altos ingresos vinculadas a la salud, además de los turnos se suma la posibilidad de ser llamado a cualquier hora o someterse a ambientes en los cuales su propia salud podría verse afectada. Más en lo profundo y emotivo, compensa también perder momentos familiares, dejar de vivir el día a día en casa, perderse cumpleaños, no ver crecer a los hijos, en fin, impactar en la vida de quien opta por una profesión.

La remuneración usualmente es acorde al desempeño actual en un rubro específico y no necesariamente a mayor o menor cantidad de años de estudio de pregrado. De hecho, Medicina dura -al menos en la malla de carrera- más que Ingeniería en Minas, lo que fortalece esta afirmación. Cuando me refiero a la duración según la malla de la carrera, también agrego un punto acerca de la complejidad del ámbito de estudio, lo que además de gatillar un diferencial entre duración real versus la duración formal, da cuenta que por la complejidad de la formación lo que -a veces- también se paga.

En resumen, el salario de un Ingeniero Civil en Minas no es un monto entregado por el solo hecho de tener un título, sino por un cúmulo de condiciones que se intentan subsanar por medio de tal compensación. Existen pocos profesionales en ese rubro y la formación no es trivial. Cabe mencionar que, como una consecuencia natural a la aparición del dato, varias instituciones decidieron abrir esta carrera lo que hará que a futuro los ingresos varíen, ya que cambiará la condición de “pocos profesionales en ese rubro”.

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El gráfico muestra la cantidad de carreras de Ingeniería Civil en Minas. El aumento puede deberse a nuevas carreras en un campus de una institución o bien por instituciones que optaron por expandirla entre sus campus.

El problema del retorno de la inversión
Si bien hoy existen datos acerca de empleabilidad e ingresos, estos no son suficientes como para emitir juicios tajantes acerca de un supuesto retorno de la inversión. Por cierto, en un contexto de comercialización de la educación superior esto tiene mucho sentido, aun cuando los análisis que vemos son al menos discutibles, por ejemplo, el de asumir que el salario actual se mantendrá en los próximos años o el de comparar un arancel de hoy con el salario de titulados ya en “el mercado”. No olvidemos que la decisión de hoy tendrá su salario a varios semestres adelante. Las crisis pasan, por lo que si hubiésemos tenido este tipo de datos previo a la crisis del salitre por ejemplo, el salario de un ingeniero de esta especie se habría visto afectado luego de ella.

Ahora bien, optar por una carrera u otra en base a un supuesto retorno de la inversión, nos lleva a un tema ampliamente discutido y que es el de optar por un salario futuro y no por la vocación. Si nuestros futuros estudiantes deciden únicamente en base a un supuesto ingreso futuro, dejaremos de tener filósofos, periodistas, profesores o actores en base a que los ingresos y empleabilidad de estos caminos de desarrollo profesional individual no aparecen en los Top 10.

El problema de los intereses y la decisión
El interés de las instituciones de educación superior por estas fechas es que más estudiantes se matriculen en la suya. Si el postulante cuenta con un gran puntaje, mejor aún. A tanto llega la ansiedad de las instituciones que no es raro ver incluso “premios” para buenos puntajes al ingresar y otros al mantenerse en las instituciones. Obviamente porque asociado al buen puntaje van aportes estatales a las instituciones. Esto, sumado al papel couché y a la agresividad de las campañas publicitarias de algunas de ellas, genera más confusión en los postulantes que eligen algo que no conocen en una época de sus vidas en donde recién salen de la adolescencia. Deben elegir un helado de entre 150 heladerías que ofrecen más de 16.000 sabores sin saber qué es el helado ni tener sabor preferido. La mezcla perfecta para tomar malas decisiones. Más aún cuando sumamos el poco tiempo que tendrán los que no tienen la decisión tomada, las presiones del ambiente y condiciones inherentes (la propia, familia, compañeros, amigos, profesores, el orientador que desorienta, acreditación institucional, acreditación de cada carrera, financiamiento, etc.).

Equilibrar todas las variables no es simple. Nuevamente veremos decisiones tomadas a la ligera, vocaciones cercenadas, familias endeudadas, en fin, el precio que como sociedad pagamos por no apoyar en este proceso de autoconocimiento para decidir, al no haber gatillado durante todo el proceso educativo las preguntas necesarias para que cada futuro ciudadano pueda decidir informado. No hablo de enseñanza media, hablo incluso de educación básica, donde por ejemplo se define el tipo de enseñanza media que puede apoyar o de plano bloquear ciertas disciplinas. El ejemplo clásico es el de optar por un colegio técnico y luego intentar Medicina o carreras humanistas, momento en el que los postulantes se cuestionan haber elegido en enseñanza básica esa continuidad. Como sociedad no apoyamos a que los estudiantes logren ese autoconocimiento para decidir y por más que para algunos las miles de matrículas año a año les expliquen lo contrario, ese apoyo seguirá siendo necesario.

En un momento de reformas, quizá sumar nociones básicas de pensamiento crítico, toma de decisiones y educación superior no sea una idea tan absurda, entendiendo que en esto se juega el futuro de muchos. Pero bueno, hoy, al menos tenemos datos.

Imagen por 天然ガス – CC BY-SA 3.0

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