Un día me desperté y estaba en el año 2000, si, hace 20 años atrás. Tuve que volver a oír las sentidas entrevistas para confirmar lo irreal: Celso Morales quiere volver a ser alcalde. Wow.
Zaldívar ya lo intentó, seguir más allá de los 80.
Coloma ya batió el récord familiar y va por superar los 40 años en Valparaíso.
Qué decir de don Leo y sus colegas que hasta habían confirmado no reelegirse.
Esto no es una enfermedad del distrito 17, sino de la región completa, quizá una muestra más de la realidad profundamente conservadora.
Así, hemos tenido que que soportar todo tipo de idioteces, pendejadas y verguenzas. El problema con la representación, es que independiente de ser una farsa, ellos son el Maule frente al hemiciclo. Recuerdan lo de los cuchufli? La entrega de la luca en plena discusión del presupuesto? Recuerdan lo de las corbatas? Los aletazos defendiendo al dictador? Las cocinas que levantamos? Lista interminable de situaciones de las que usted y yo somos responsables.
¿Esta es la forma de fortalecer la democracia?
Esto no para aquí. Acercando la mirada, esto se mantiene a nivel local. Recordaba a Don Leo, pero no termina ahí. Cada partido en su versión local no logra dar tiraje a esta chimenea y, cuando por casualidad se logra, el incumbente desplazado, hace lo que esté a su alcance por volver. Hasta Correa de la Cerda se nos apareció.
Por Curicopedia, estuve revisando los diarios del 1990, 2000 y 2010 esta semana. Es penoso ver cómo nos fuimos quedando donde mismo, tanto como ciudad como por caras. La única diferencia con 2019 eran el pelo, las canas, unas arrugas más, ya que los personajes de la historia son los mismos.
¿Acaso la solución biológica será el único camino para regenerar los liderazgos locales?.
Habiendo asumido como diputado, Morales da una entrevista a la televisora del congreso. Fue post-terremoto. Le preguntan acerca del cambio de alcalde a diputado, responde que preferiría ser alcalde en ese momento. Plop. Parece que el pasto es más verde detrás de la otra cerca.
Ya corriendo el tiempo, en su segundo periodo, en pleno Palacio de La Moneda, la imagen de la irrelevancia la captura, durante una entrevista por temas migratorios, un periodista: “su nombre por favor” le dicen, luego de no tener idea quien era y por qué hablaría. Esto no es simpático, es preocupante ya que habla del poder real y, siendo irrelevantes, tiene más sentido que, por ejemplo, no podamos lograr un hospital luego de 10 años.
Podemos vivir como pajaritos, día a día.
El asunto es que la esencia de la autoridad es hacerse cargo, poder mirar màs allá de las siguientes 24 horas, el mes, o los 4 años que dura el cargo.
Viendo los diarios, aparece una secuencia, superficialidad en base al rédito rápido, por lograr la pasada, un par de aplausos y la cuña más cuñera. Chile dice basta. Reforma pero no de esta forma. El diputado expresó su preocupación. En fin: vacuidad, cáscara, diseño.
Mientras, el funicular sigue oxidándose ¿Alguien fiscalizó desde Valparaíso?, se sigue sin dar respuesta a zonas de entretenimiento ¿alguien proyectó las ciudades intermedias desde Valparaíso?, los proyectos siguen estancados ¿se dará autonomía a regiones o todavía no se sabe si el gobernador regional tendrá siquiera oficina?
Morales desde las alturas, nos dice que hay que remecer al concejo municipal.
Él es la solución.
Nos dice también que se debería eliminar la opción de que los alcaldes puedan ser luego diputados, para no generar el nefasto incentivo de tomar la alcaldía como solo un paso previo a.
Si tuviéramos que ponerle nombre al proyecto de ley, podríamos ponerle válidamente Ley del Burro, entendiendo que quiere limitar lo que le valió a él, al diputado Rey y al senador Castro, por ejemplo, sus confortables escaños en el puerto.
Quizá sea momento de reflexionar previamente, acerca de ese clásico dicho campestre: el problema no es el chancho, es quien le da el afrecho. ¿Seguiremos entonces con esa misma forma conservadora de seguir dando el afrecho?
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