Mujeres, por favor

Habiendo visto un video, impregnado con el evidente sesgo de ser asesora Top-1 de un diputado local UDI, me pareció importante abordar ciertas imprecisiones o de plano interpretaciones erróneas -no quiero asumir mala intención- acerca de los procesos democráticos, con el claro objetivo de sumar adeptos hacia la posición clásica de todo sector conservador: conservar todo, mantener todo idealmente como está, “no me muevan el paquetito armado por favor”. Sin duda no será el último intento en esta campaña hasta abril: esto es un asunto de poder y quien lo ostente querrá mantenerlo como sea.

Partamos por el inicio: Las elecciones son intrínsecamente injustas. Veamos los dos casos, en el primero cuando elegimos a un sólo individuo (ej.: al presidente rey) y en el segundo cuando elegimos un grupo de personas (ej.: congreso o concejos).

Quepa hacer el punto del helado de vainilla. Cuando eliges el helado de una bolita frente a 16 sabores distintos, tendrás que dejar de elegir 15 sabores. ¿Habrán sido ricos?, ¿quizá más refrescantes?, no lo sabremos plenamente, ya que tienes que elegir sólo un sabor.
Si, las elecciones son intrínsecamente injustas.

Cuando se trata del primer caso, al elegir al presidente rey, se desoye la opinión de el (50% – 1) de les votantes, construyendo efectivamente un grupo opositor. Esta forma de elección hoy la vemos como normal, no pasa mucho y, desde eso que le llaman “sentido común” (como que la tierra es plana), incluso es lo más justo aunque un poquito menos de la mitad de la población quede sin ser atendida en su opción.
¿Era la mejor opción? ¿habrá tenido las mejores ideas o más liderazgo?, nuevamente y tal como la elección del helado, no lo sabremos.

(Les suspicaces lectores ya deberían estar cuestionándose quién compró la heladera, quién definió los sabores de helado y quien paga el arriendo del local. Son preguntas también relevantes, atendiendo el hermoso cuadro de Penta, SQM y tantas empresas que financiaban los raspados de olla solicitados. Pero continuemos.)

En el segundo caso, el de elegir a un grupo de personas (un congreso, un concejo municipal, etc.), que sería más parecido al caso que tendremos enfrente -acerca de cómo se definirá la composición de quienes deban analizar una Nueva Constitución- existirán algunas diferencias de lo visto en el primer caso, donde debíamos seleccionar sólo un ente humane. 

Pido que no nos quedemos con la visión simplista de que la democracia sólo se trata de votar, lo que es incompleto, dado que la democracia también intermedia, representa y evoca a un conjunto de intangibles abstractos inherentes a la vida republicana. Ir a votar y desentenderse 4 años de los resultados y trabajo del votado es parte del problema que hoy nos tiene hasta el cuello aquí. El voto no basta.

Cuando nos vemos ante la disyuntiva de elegir un conjunto de personas, efectivamente hay un voto que es la llave para hacerlo, pero habrá múltiples opciones de definir cómo funcionará la maquinita dependiendo del objetivo que busquemos. Una de esas opciones, adorada por la UDI, era el sistema Binominal. En ese sistema lo que se perseguía era proyectar esencialmente dos bandos para que no se desordenara el naipe post dictadura. “Negociar” con una sola “contraparte”, mantener el paquetito ordenadito. Como puede apreciar, podemos elegir distintas maquinitas dependiendo de los objetivos que nos tracemos.
¿Eso era meter la mano en una urna durante décadas? Para nada, era el sistema definido y bloqueado para ser modificado por… La Constitución. Este es uno de los motivos por los cuales debe mantenerse siempre a la constitución con un halo de papel intrascendente, que es irrelevante de cambiar y del que todo cambio no cambiará nada.
El poder juega bien sus cartas y seguirá haciéndolo para perpetuarse, literalmente, como sea.

(Antes de seguir: si me preguntan, preferiría evitar todas estas disquisiciones con un sistema aleatorio, pero entiendo que los acostumbrados a manejar a su antojo los sistemas y tener todas las variables cubiertas, no cederán nunca sobre este punto, aunque sea más justo, así que prosigamos.)

Con un objetivo distinto y ya más lejos de los miedos ochenteros, sumado a una serie de críticas al sistema por lo evidente que era la subvaloración del elector en un esquema que tiene siempre el mismo resultado (uno de un lado, otro del otro), se modificó el sistema insostenible por el actual sistema d’Hondt.
En efecto, es distinto y logró abrir un poco la cancha sobre todo a los sectores subrepresentados. Nuevamente, dependerá del objetivo que tracemos, el sistema que elijamos. Si a lo que aspiramos es a lograr que el congreso nacional represente a las distintas visiones de la sociedad y no sólo a 2 de ellas, este sistema cumple.
No fue inventado en Chile -no somos los primeros que nos enfrentamos al problame- ni tampoco es perfecto, pero es mejor que el anterior (obviamente la UDI no opinará esto, dada la pérdida de poder que le significó).
¿Le molesta Florcita Motuda? ¿muchos colores? ¿canta en las sesiones?
Reflexione acerca de si acaso el congreso no debería ser aún más diverso que el actual. Estaremos de acuerdo que el congreso actual y aún más los anteriores, no representan plenamente a todas las visiones de la sociedad, ¿cierto?
Recién en esta pasada hubo una apertura, por ejemplo, al mundo evangélico. Dónde está el mundo Bahai?, adventistas?, anglicanos?, pastafaristas? JW? Si sólo consideramos la dimensión religiosa, por ejemplo, es evidente que no se logra cobertura real.
Chile es más amplio que Católicos y Evangélicos, por cierto.
La sensibilidad religiosa debería estar al margen en un país que se dice laico, por cierto.
Pero en otras aperturas para lograr mejor representación, por ejemplo, toda una dimensión LGBTIQ+ sigue fuera.
Quizá me pasé tres pueblos. Quizá me fui muy rápido con esa idea, ya que, sin ir más lejos, una dimensión esencial pendiente, es la permanente subrepresentación de la mujer. Si, la discriminación no se acota en obtener menos ingresos, ser discriminadas en Isapres, ser discriminadas en AFPs y un set de ámbitos diversos, además están plenamente discriminadas en los sistemas de representación popular.

Vivimos en paneles de hombres. Representación popular, comunicaciones, gerencias y otros cargos de poder se mantienen copados por hombres y vedados para mujeres. Esto es aún más evidente en zonas con raigambre agrícola como la nuestra. 

En Curicó, desde los ‘90 sólo hemos tenido 4 concejalas. 
Desde 1951 sólo 3 hijas o ciudadanas ilustres (de casi 40). 
En toda nuestra historia, nunca una alcaldesa. 
Cero diputadas, con suerte una senadora.
¿Cuántas gerentas? ¿Cuántas en directorios de empresa?.

En el entorno machista y hétero-patriarcal, esto no es para nada raro.
En sistemas endogámicos y de chimeneas taponeadas, como los de partidos locales, bloqueados por quienes nunca sueltan la pelota reeligiéndose hasta morir, esto es plenamente natural. 
Es tan natural como ver a una mujer haciendo un video para intentar perpetuar ese sistema.

La definición de una Nueva Constitución no se da todos los días. Se dió a la fuerza, como se ha dado históricamente cada vez en este país surrealista con vista al mar. ¿No lo vimos venir? La única y singular diferencia con todas las veces anteriores, es que tenemos la opción de hacerlo de forma democrática, abierta, comunitaria, regional,… o no. La opción de quienes quieran ajustes cosméticos tendrán que ir por la opción no.

En las ocasiones anteriores ni siquiera hubo opción de elegir algo y esa tendencia para la respuesta de “no”, venía argumentada intensamente: toda una arquitectura conceptual para validar que el poder no se mueva ni un ápice del lugar que “le corresponde” desde 1810 o quizá antes. Recordemos que hubo gente que se opuso a la independencia nacional -cómodamente habrían seguido los lineamientos de Madrid- y por cierto hasta a la ley de la silla. No sería natural que no hubiera oposición esta vez.

Este momento, el primero y quizá último para mi generación al menos, merece hacer una pega bien hecha, más allá de los legítimos intereses históricos por seguir escondiendo la pelota otra vez. Así, meterse al bolsillo nuevamente a más de la mitad de la población (millones de mujeres) por conservar el panel de hombres va en plena dirección opuesta a eso. Por cierto, imagino que notaron que todas las regiones se están yendo de perdices.

En resumen: no rehuyamos siquiera a la posibilidad de construir realmente bien esto. Mujeres voten por mujeres por favor. Hombres y mujeres dejen de reelegir. Hombres: suelten la pelota. Todes: mantengámonos atentos y disponibles y atentos ante el proceso único.
Para finalizar, especialmente a las no creyentes maulinas, pasen por el diccionario a buscar el concepto de sororidad, ustedes serán la clave en esto.

(22)