Comprensible indignación

Como todo retorno al origen, volver a recordar el cuarto año luego del terremoto del 27 de febrero llama a la natural evaluación. Viendo hacia atrás aparece la gran pérdida para la ciudad -además de su propio patrimonio- que ha sido el Hospital. Los esfuerzos iniciales y de emergencia promovidos por privados, sencillamente no tuvieron contraparte desde lo público, entendiendo como lo público al espacio de decisión de nuevos proyectos y de priorización. Si hoy vemos el hospital en punto cero es porque el hospital no ha sido prioritario para nada más que para el festín político a costa incluso de muerte.

Prefiero pensar que no entiendo la actitud de Coloma, Zaldívar, Morales y León, los cabeza de serie del gallito permanente al que se ha sometido la comunidad, con muertes en el intertanto. Nos enfrentamos nuevamente a la compleja decisión de definir si son zorros viejos aguzados o pelmazos ingenuos atarantados o quizá ni tanto ni tan poco. Éste, como hemos visto, es un problema sanitario, mezclado con intereses políticos y económicos, desde el anuncio de construcción hasta la compra de terrenos, construcción y entrega, las que rendirán crédito al mejor postor. Pero no está siendo simple lograrlo, el ansia puede más.

Pero no nos engañemos, no evadamos la responsabilidad local. La mesa municipal (alcalde y concejales) no ha tenido mayores cambios y la mesa regional (intendente, consejeros, gobernadora) se mantuvo durante estos años. En estas condiciones cabe la pregunta acerca de qué pasó en cuatro años y desde luego aparece el cuestionamiento a la real efectividad del conjunto de representantes pagados con fondos públicos. Algo diferencia a nuestra provincia de las demás provincias, que permite que otras puedan lograr recursos y proyectos que no logra la nuestra. ¿Será la “calidad” de los políticos?, ¿será el manejo político? ¿serán las redes y trenzas en las que se mueven?, ¿o será simplemente ineptitud y desidia?.

Para hoy está agendada una marcha para pedir un hospital de campaña. Esta no es una solución, efectivamente es un parche, pero ante la inminente temporada invernal que se avecina, parece ser la única opción para enfrentar un nefasto panorama al que se suma haber perdido un centro asistencial privado para abordar el alza de demanda. Es totalmente comprensible la indignación de la comunidad aunque quizá no se ha oído lo suficiente. Quizá el tiempo de hablar, de escribir posts, cartas y hacer velatones deba ahora cambiar por el tiempo de movilizaciones en la calle, de corte de carreteras, de funas públicas a representantes, en fin, de métodos que al parecer sí tienen repercusión en la definición de asignación de recursos en el país serio donde las instituciones funcionan.

Si, esto parece un dejavú. Luego del terremoto, sin el apoyo argentino y el esfuerzo de privados no habría sido posible salir adelante sin una estela de muerte, vejación y falta de dignidad a la que los usuarios habrían sido sometidos. El que la construcción de un Hospital de verdad, haya sido la prioridad uno definida en el Plan de Reconstrucción Sustentable de Curicó, parece no haber importado, a pesar de las firmas pomposas de apoyo al plan, también impulsado por un privado. De hecho, llegamos al punto en donde aparece más razonable promover candidaturas o mejor aún, ya de plano reemplazar directamente a nuestros representantes por Roberto Fuenzalida y Enrique Bravo, que mostraron su efectividad en terreno.

Veamos, cuánto avanzamos en estos cuatro años.

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