Mandándose las partes: el caso de Universidad del Mar en Curicó

Como imagino están enterados, debido a la profusa información en prensa, la Universidad del Mar está en crisis -no confundir con la Universidad de Viña del Mar o la antigua Universidad Marítima- afectando a miles de estudiantes en sus 15 sedes de Arica a Punta Arenas. No es el interés de este post ir al fondo del asunto, que a todas luces es de una gravedad que marca un hito en la educación superior nacional, sino a una de las caras populistas en torno al hecho.

Lo que manda la razón, es cumplir con la entrega de educación a los 16.000 estudiantes ya sea en la propia institución o bien encontrar una alternativa
que permita a los estudiantes poder finalizar su educación terciaria. Para esto se han barajado opciones como intervenir la institución por algunos años, cerrando gradualmente las puertas y no de un aventón. Por su parte, también algunos estudiantes exploran el cambio de institución que en la lógica de las decisiones personales de futuro tiene sentido (aunque podremos discutir luego acerca de las calidades de las instituciones a la que llegarían).

Ya resulta patético ver cómo con una mano se acoge, por cierto, desinteresadamente a estudiantes con problemas y con la otra diputados votan a favor del silencio, de la inacción y de la pusilanimidad. Mientras, por los medios locales se llama a conferencias de prensa con pañuelo, para “exponer mi preocupación” acerca de definiciones sobre las cuales tiene directa injerencia. Peor aun cuando quien preside la comisión y quién lo invita, votaron en contra de un informe que evidencia la misma situación que ahora dicen defender. Doblemente peor cuando uno de los diputados eligió la educación como profesión.

Recordemos el inicio: un rector patea la mesa al ver que se privilegiará el pago a una inmobiliaria frente al pago de los profesores, gatillando, luego de un año de movilizaciones, la caída del cielo por el lucro.

Los microsistemas comunales, sobre todo los distantes del centro informativo, suelen tener este tipo de distorsiones en donde los caudillos locales intentan mostrar como propia una gestión que ya se realizaba a nivel país. En el caso de los diputados, sobre todo de aquellos que con suerte podrían escribir una columna, ya es un clásico ver como de varios firmantes de intentos de proyectos de ley -que a veces no tienen más vida que eso- aparecen cada uno en su distrito como el máximo creador.

Esperaríamos que, en vista de la sensibilidad que parecen haber logrado luego de conocer la seguidilla de eventos y hechos de boca de los propios alumnos afectados, tomen acciones que en su rol de fiscalizadores -constitucionalmente definidos- en base a lo que han podido conocer de primera mano, dejando de lado la interpretación de este problema como una simple “ayuda humanitaria” a estudiantes hoy complicados, pasando a ser una preocupación real por ellos y los que vendrán.

Es, en definitiva, privilegiar a los estudiantes por sobre los ricos cafés mediáticos.

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