Señor Carabinero, tome asiento

Es fin de semana largo en Chile y como lo requiere el estado medial de las cosas, se ha desarrollado en los terminales de buses las intensas inspecciones, por cierto, escasas mientras no haya una cámara en frente.

Tenía pendiente desde hace un rato este post y quizá mis más cercanos que ya conocen la historia se habrán extrañado de que no la haya publicado antes. Me parece hoy un buen día, con fiscalizadores atentos y cuerpo de Carabineros apoyándolas. Necesitamos buenos fiscalizadores y buenas policías, pero para que logren serlo requieren de validez y sentido de ejemplo.

Contexto
Como ya lo habrán notado si viajan con cierta frecuencia desde Curicó o regiones del centro sur, las plazas disponibles en el servicio de trenes TerraSur han disminuido y aumentado el coste, en un claro interés por potenciar el servicio (sutil ironía). Si bien eso da para otro post, nos hizo tomar la decisión de viajar desde Curicó a Santiago en bus, eligiendo Buses Díaz, lo que fue un error.

Póngase el cinturón por favor
Me alegró que al comenzar el viaje nos hubiesen pedido abrocharnos el cinturón de seguridad, medida que por primera vez era posible ya que antes los buses únicamente contaban con cinturones en algunos asientos delanteros. Pero bien, accedí, no sin preguntar de qué forma cuidarían a los pasajeros que iban de pie en el pasillo. ¿Es que ante un accidente los más afectados no serían quienes iban de pie? Recibí una poco simpática respuesta de parte del asistente, quien fundamentó la situación en mi privilegio de poder comprar un pasaje antes de subir al bus (¿?). Si, yo también sonreí.

Si, usted también use cinturón
Pues bien, no fue suficiente. Mirando en detalle hacia los pasajeros que iban parados, me fijo que ni más ni menos va un par de Carabineros con su atuendo característico. Tuve la buena/mala idea de tomar una fotografía de ambos, lo que hizo arder troya, eso también da para otro post.

Todos suben
Esta situación no es nueva y tiene varias perspectivas asociadas, que implican tanto a Carabineros, fiscalizadores y desde luego a las propias compañías de buses. Ha existido históricamente la tradición de que no se puede “dejar abajo de la micro” a un Carabinero, menos si está de servicio, ustedes saben por eso de las vueltas de la vida… Con o sin dolo, la situación en si pone en riesgo vital ante un accidente de tránsito a el o los pasajeros con o sin uniforme. Esto de por si es una apuesta arriesgada teniendo en mente en que ante la eventualidad de un accidente y muerte de un policía la pregunta obvia será ¿y qué hace de pie alguien que debe fiscalizar que eso no suceda?. ¿Con qué autoridad puede fiscalizar alguien que incumple su fiscalización?. Si, hay un error por parte de Carabineros que sube a un bus donde hay asientos disponibles, pero desde luego hay un error en la empresa de buses al no detener la situación.

Nuevamente nos encontramos en una situación que enfrenta a dos poderes que se entrelazan a pesar de caer en un conflicto de interés: Carabineros debe viajar, si, y también securizar carreteras, fiscalizar y mantener el orden en el contexto en donde se desempeñan las empresas de buses. ¿De qué forma transparentamos el escenario?, ¿Carabineros paga por viajar?, si paga entonces ¿Por qué no puede tener un asiento?.

Si, puede verse como un caso particular, pero desde que viajo he visto que Carabineros ingresa sin más a cada bus que sube. No quiero decir tajantemente “Carabineros no paga por viajar en locomoción pública” dado que no me consta que haya regulación al respecto, lo que si, puedo dar fe de que al menos no he visto que suceda y, por el contrario, he visto cómo suben aprovechando el temor/pusilanimidad de los choferes/asistentes que prefieren tener un amigo y no un adversario en el camino.

Ante la sensibilidad
Como descubrí aquel día, hay gente sensible —¿les conté que un pasajero me ofreció golpes y Carabineros no hizo nada?, así de fino el viaje— la que desde luego interpretará este post como “un franco ataque a la autoridad y al orden”. No tengo nada contra Carabineros, es más, familia cercana juró en la institución llegando a dar sus mejores años de vida a ella. Entiendo también la complejidad del rol y desde luego eso de “no saber si volveré”. Por la misma cercanía y referencia —de integrantes que jubilaron en la institución— sus enseñanzas más claras fueron acerca de que el ejemplo es la primera guía en la sociedad y que no se puede exigir el cumplimiento de las normas que como sociedad nos ponemos sin partir por respetarlas consecuentemente nosotros mismos. Entiendo la necesidad de viajar, pero ejemplificar el cumplimiento a la norma es clave en la labor de ciudadanía que tienen las fuerzas de orden y seguridad.

Pues bien, retomando el concepto, ¿de qué forma podrá fiscalizar la policía algo que incumple?, ¿será mucho pedir el cuidado de sus propias vidas?, ¿no es deseable que para mantener la distancia de los fiscalizados, la policía pague por el servicio?, ¿hay normativa que señale que luego de jubilar los ex-funcionarios no puedan desempeñarse en un rubro al que fiscalizaron ante la evidente incompatibilidad?

Fue uno de nuestros peores viajes. Francamente olvidables, aunque no el único olvidable en Buses Díaz. Si es curioso y quiere ver qué pasó en ese viaje, puede ir a Buses Díaz en Terminal Santiago y pedir el Libro de Reclamos. Fíjese en el anillo de quién se lo entregue.

(248)