Terremoto en Chile

A mis padres y a mi familia, como a tantos, el terremoto les dió orden de demolición. Al menos están sanos y salvos. Sin duda es una situación apremiante, pero también entendemos que hay otros que lo estan pasando incluso peor. Ayer estuve en Curepto, hoy en Curicó y el panorama es desolador. Recuerdos y una vida-pasada en el suelo. Es irónico pensar en que ya los servicios están restituídos aquí en Curicó -en Curepto hasta ayer, nada- incluso internet y poder conectarme rodeado de murallas agrietadas de adobe que como tantas, volverán de nuevo a la tierra de donde salieron.

Puede que por trabajo u otras obligaciones limitantes no puedan apoyar presencialmente, pero cualquier apoyo material será bienvenido. El apoyo moral… créanme que aun no se cómo se lo pueden entregar vecino a vecino dentro de la propia catástrofe. Por eso les pido que apoyen de alguna forma a esta zona, a través de alguna de las campañas ya iniciadas o vía donativos internacionales en instituciones reconocidas. Ya no pediré que alerten tsunamis a tiempo, ni que restablezcan el orden cuando deben, tampoco que movilicen camiones como los de las caravanas de camiones particulares que vi ayer en ruta a la costa, pero si pediré que de vuelta de Cachagua elaboren un plan de emergencia acorde con su aspiracional y ansiado título de “país desarrollado” y que, si no actuaron a tiempo, que al menos liberen los recursos desde sus acolchados sillones para la reconstrucción necesaria: no queremos hospitales de campaña por años ni morgues en camiones de frigoríficos por siempre.

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