Ministerio de Educación: bastión de la Cultura

Durante la tarde de hoy, se dará a conocer al futuro Ministro de Educación. Este cargo, apetecido por algunos, rechazado por otros, tiene de dulce y agraz. Es foco constante del juicio público, de protestas estudiantiles, paros docentes, cuestionamiento de sus diversas reglamentaciones, etc. Sobre todo el rosario de negatividad mencionada, hay algo más que está en juego en cada nombramiento y “estilo” del nombrado. En los énfasis y “estilos” es en donde se jugará parte del futuro de los próximos 30 años. La Educación Pública, Educación Superior y la Cultura en general tendrá el foco.

De la Educación Pública.
Cuando hablamos de Educación debemos ser cautos en distinguir al menos dos tipos: la pública y la no-pública. Llamemos “la pública” aquella que eligen quienes no-tienen recursos insuficientes para optar a Colegios Particulares Subvencionados y obviamente, menos aún a Colegios Privados.

La Educación es la base de la Cultura. Históricamente ha existido una lucha permanente por el predominio de esa cultura -los más observadores ya lo habrán notado- y por tanto, de la educación por ser su base. Quienes han tenido recursos suficientes, realmente pueden optar a una educación en la medida de sus requerimientos, de sus deseos, con sus propias preferencias y estilos, con formación de ciertos valores y/o competencias, mientras que quienes optan por la educación pública, no.

“Quien quiera imponer sus valores o preceptos en la cultura, intentará dominar la educación. Fase 1 del manual de conquista.”

En este marco, por ejemplo, ¿sería de interés educativo realizar un ritual religioso en un colegio público? si, podría serlo, toda vez que se abriera un espacio hacia la espiritualidad del niño en formación, desde luego, mostrándole todas las opciones que la sociedad le entrega: La Torá, El Corán, La Udana, El Chilam Balam y otros, también tienen cabida en la formación del estudiante, además de la Biblia. Espiritualidad no es igual a religión. Y, amigos, esta es la encrucijada en la que cala el problema de fondo de la educación: el dominio de la Educación Pública, con un objetivo mayor: el dominio de la cultura.

Quien quiera imponer sus valores o preceptos en la cultura, intentará dominar la educación. Fase 1 del manual de conquista.

Frente a nuestras narices se encuentra esta situación, galopante en lo referente a la Educación Superior. La profusa aparición de instituciones medio mercantiles, medio religiosas, con el patrocinio de medios de comunicación e inmobiliarias, nos invade a diario. Intentan validarlas por medio de apariciones de docentes en canales de TV o por medio de columnas en diarios –dicho sea de paso, docentes con formación pública y estudios pagados en algunos casos por el propio Estado– que intentan validar una supuesta rapidez de las instituciones en lograr una calidad dudable en docencia, investigación y extensión; lo intentan hasta incluso patrocinando exposiciones de tenistas internacionales, pasando por Escuelas de Gobierno y asesorías que intentan enraizarse en lo profundo del poder Ejecutivo y Legislativo.

Amigos, el problema no es nuevo. Esta situación va más allá de la Educación Universitaria, llegando a aquellos niños en formación, receptivos de todos y cada uno de los estímulos a su alrededor, materia prima precisa para el dominio medio mercantil, medio religioso. La Educación Pública intentaba ser una Educación pluralista, universalista y no discriminatoria. Comenzó por dejar al arbitrio de los municipios su administración. Luego por entregar recursos insuficientes en la formación de docentes de calidad y siguió por entregar sueldos no aptos para quienes forman el futuro de un país.

¿Ven aquí un intento sugerente por acotar en cada paso la labor de la Educación Pública? Eliminar la Educación Pública como tal es el riesgo permanente de perder nuestra Cultura como hoy la conocemos. Permitir la pérdida de la Educación Pública, o un arrinconamiento en un segundo lugar, abrirá la puerta a consolidar una cultura individualista, basada en valores de TV y, en fin, perder nuevamente, un poco de Chile.

Ojo con el futuro Ministro.

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